CRÓNICA

Magia con Pires y Harding en el Auditori

La ilustre pianista y el director, al frente de la Orquesta de París, cierran con aclamaciones la temporada de Ibercamera

ICULT CONCIERTO

ICULT CONCIERTO / periodico

César López Rosell

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No cabía ni un alfiler. Tal es el tirón que tiene en esta y otras plazas la legendaria pianista portuguesa Maria Joao Pires. Basta que su nombre figure en el cartel para que los melomanos respondan casi de forma unánime a sus actuaciones. ¿Será la última vez que la veremos?, se preguntan ante los rumores de su retirada de los circuitos que después se matiza para señalar que, a partir de ahora, solo será más selectiva. A sus 73 años, las pequeñas manos de la diva del teclado no solo responden con nervio y poética inspiración a la lectura del legado de los compositores sino que proyectan toda la magia de la música. Es como un milagro que se repite en cada nueva aparición y que multiplica aún más sus efectos si cuenta con el respaldo de orquestas como la de París y con directores, como su titular Daniel Harding, que conectan con ella a la perfección, como sucedió la noche del lunes en el Auditori.

La competencia de otro gran concierto en el Palau, con William Christie y Les Arts Florissants para interpretar 'La creación' de Haydn, no rebajó lo más mínimo la expectación que había despertado la gala de clausura de la temporada de Ibercamera. Y en febrero del próximo año, más. Pires comparecerá de nuevo, esta vez en el recinto modernista, nada menos que con los 'Nocturnos' de Chopin, en la velada que supondrá la celebración de sus bodas de plata de colaboración en 25 citas con la promotora barcelonesa. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia musical pareció decir en 1986 Josep Maria Prat (responsable de la promotora). Aunque hay muchos nombres que repiten en sus ciclos, ninguno es tan carismático como el de la pianista.

El 'Concierto para piano y orquesta núm.3' de Beethoven se acopla como un guante a la persionalidad y estilo de Pires

El 'Concierto para piano y orquesta, número 3', de Beethoven, se acopla como un guante a la personalidad y estilo de Pires. Tras una larga introducción de la orquesta, que ponía los cimientos del climax dramático de la obra, los dedos de la intérprete se deslizaron sobre el teclado con la naturalidad y precisión de quien tiene interiorizada la obra y la proyecta con una pulcra y bella sonoridad. Notas ejecutadas en secuencias rápidas, redondos adornos y ordenadas escalas se sucedieron, en permanente diálogo con la formación. Maravillosa la melodía al piano solo del segundo movimiento y el rondó y presto finales. Las reiteradas aclamaciones obligaron a una lujosa propina, con el segundo movimiento de la 'Sonata para piano en Do menor, número 8', también de  Beethoven.

La Orquesta de París al completo culminó el programa con la 'Sinfonía, numero 3' de Brahms, una de las obras capitales del romanticismo tardío servida por los pupilos de Harding con sonido tan compacto como equilibrado. La bien ensamblada sección de cuerda y la categoría de los vientos y del conjunto de la formación trasladaron la intensidad y pasión de estas conmovedoras páginas. El preciosismo de la propina con 'Nimrod', de Elgar, completó una gran noche de música.