FESTIVAL PRIMERA PERSONA

¿Dónde te escondías, Vivian Gornick?

La escritora, periodista y feminista norteamericana visita Barcelona tras el enorme éxito de sus memorias 'Apegos feroces'

La escritora neoyorquina Vivian Gornick, en el CCCB

La escritora neoyorquina Vivian Gornick, en el CCCB / .43277905

Elena Hevia

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Quizá sea por lo mucho que esta 'flâneuse' se ha pateado Manhattan de sur a norte y de este a oeste, lo cierto es que Vivian Gornick, a sus 83 años, hace gala de una vitalidad asombrosa, no menos intensa que sus ojos azules, chispeantes por la satisfacción y el asombro de saberse escuchada por una nueva generación de lectoras (y lectores) que aplauden  ‘Apegos feroces’ y ‘La mujer singular y la ciudad’ (Sexto Piso / L'Altra), libros de memorias sin la menor sentimentalidad o indulgencia para sí misma. Ocurrió con Lucia Berlin y vuelve a ocurrir con ella. ¿Por qué una magnífica escritora como ella no se había asomado antes por nuestras librerías, si su obra maestra, ‘Apegos feroces’, data originalmente de hace casi 30 años?

Crítica literaria, ensayista del feminismo y miembro del nuevo periodismo, Gornick, nacida en el Bronx en el seno de una familia judía, relató en aquella historia su compleja relación con su madre (¿acaso no lo son todas? ), reina de un panal de mujeres, abejas de un mosaico multiétnico y bullicioso que intentaban encontrar una salida en una situación de opresión, no sin sentido del humor. De ahí que la pregunta sobre esa madre (una madre judía, nada menos), que describe como pueril y voluble, sea obligada. “Un día se lamentaba de haber hecho el ridículo por mi culpa, de haber hecho público que, según ella, yo la odiaba y no la soportaba. Y al día siguiente decidía firmar ejemplares del libro, porque, aseguraba, que sin ella no se hubiera escrito. Y tenía razón”. El balance entre estas dos tensiones, sin embargo, es positivo: “Sabía que yo lo había escrito de una forma muy honesta queriendo entender nuestra relación que basculaba entre sus rabietas y mi admiración”.

Rabia enquistada

Esta importante voz de la llamada segunda ola feminista en sus reportajes en el ‘Village Voice’ se muestra un tanto sorprendida por la virulencia con la que las jóvenes están abordando hoy sus vindicaciones, lo que es un indicativo de que pese a lo mucho que su generación picó piedra en esta lucha, hay todavía mucha rabia enquistada en la sociedad. “Veo a muchas mujeres queriendo cortar cabezas y tengo sentimientos encontrados. Por una parte me sabe mal toda esa ira pero por otra, siento que pese a los avances no se ha logrado que ellas hayan dejado de ser las subordinadas por excelencia y el ejemplo ha sido el caso Weinstein. Yo creía que los depredadores sexuales se habían quedado en la cuneta”. Considera que la feminista es la revolución más larga y compleja: “Las mujeres nos metemos en la cama con el enemigo y estamos demasiado conectados para que no sea así”.

"La feminista es la revolución más larga y compleja porque las mujeres nos metemos en la cama con el enemigo" 

Vivian Gornick

Para Gornick el actual malestar femenino excede la ideología y tiene que ver con una desazón indefinida a la que muchas mujeres no han sabido dar nombre. “Lo que han  hecho es contemplar el techo de cristal durante años y finalmente han decidido hacerlo añicos. No es una reacción meditada sino más bien una explosión de hartazgo”. ¿El detonante? Quiza, un supermacho como Donald Trump en el poder. “La cosa está tan mal que la única salida es explotar. No he visto la misma furia en Europa”.  

Los ojos azules de la autora chispean más que nunca ante la pregunta del millón y la que de alguna manera vertebra su obra maestra. ¿Cree que las mujeres han comprendido por fin que el amor las complementa pero no forma parte de su identidad? “Mi madre creía que era la cosa más importante de mi vida e intentó inculcármelo a mí, pero a medida que yo crecía me daba cuenta de lo mucho que el amor me aprisionaba la mente. Llegué al feminismo porque ahí encontré la respuesta: lo que establecía mi identidad era el trabajo. Ningún hombre se define como padre y esposo, aunque ese sea un deseo perseguido. Y, bueno, esa es la teoría, la bonita teoría, pero en la práctica todavía hay mucho camino que recorrer”.  Y suspira guasona: "¡Ah, el amor, el amor!".