CRÍTICA DE CINE

'Amante por un día': derivas del amor

Todo el universo de Philippe Garrel, cineasta del que se pueden discutir cosas, pero que es único en el cine contemporáneo, está presente en esta película preciosa

Quim Casas

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Aun entendiendo que Philippe Garrel es un cineasta minoritario y que algunas de las películas de su primera época son más experimentales que narrativas y es difícil que hallaran un hueco en la distribución cinematográfica de este país, resulta incomprensible que siendo uno de los nombres más importantes del cine francés de la primera generación post-Nouvelle Vague, solo dos de sus casi 30 películas se hayan estrenado comercialmente en España, esta, Amante por un día,  y Un verano ardiente (2011)

Resulta aún más complicado de entender porque algunas de las realizadas en las dos últimas décadas, caso de El nacimiento del amor, El viento de la noche, Salvaje inocencia y Les amants réguliers (todas ellas, afortunadamente, editadas en DVD), son más accesibles que otras películas de directores con aparente más nombre que tiene menos problemas en acceder a las salas.

Amante por un día es un claro ejemplo de cómo el cine de Garrel se ha hecho más narrativo y directo sin perder absolutamente nada de su personalidad. Y aunque esté rodada en blanco y negro –como el grueso de la obra del autor–, no tenga actores especialmente conocidos y su banda sonora este compuesta por unas melancólicas y evocativas notas de piano, nada más, y nada menos, no por ello es una película de las que algunos catalogan de "difíciles" o "minoritarias".

Todo lo contrario. Amante por un día explora con naturalidad, cercanía y emoción algunos de los temas habituales en el cineasta, como el amor y el desamor, la diferencia generacional y la complicada relación paterno-filial. Como siempre, desde una perspectiva autobiográfica que se traduce en la configuración del propio equipo del filme: una de las protagonistas es Esther Garrel, hija del cineasta, y en el guión ha participado su actual compañera sentimental, Caroline Deruas-Garrel.

Garrel habla siempre de sus experiencias, de las relaciones familiares y, durante muchos años, del fantasma de una de sus amadas, la cantante Nico, tan importante en su obra y bien presente en los argumentos de muchos de sus filmes después de su muerte en 1988. En Amante por un día tenemos la franca relación entre un padre y una hija, trasuntos de Philippe y Esther Garrel en la realidad, y lo que sucede cuando la hija descubre que su padre mantiene una relación sentimental con una chica de su misma edad.

Las dudas y rupturas amorosas, los repliegues sentimentales, el afecto y el rechazo, la pulsión sexual, los debates intelectuales, la presencia nada esquiva de aspectos políticos relevantes como la guerra de Argelia, la fidelidad y la infidelidad, la necesidad de vivir con alguien o el sentimiento de sentirse solo, el ansia de morir. Todo el universo de Garrel, cineasta del que se pueden discutir cosas, pero que es único en el cine contemporáneo, está presente en esta película preciosa. Parecerá triste pero es en el fondo muy lúcida y, sobre todo, esperanzada. Lejos de la crispación y el suicido de otros títulos del autor, Amante por un día clama por un nuevo día en el que las cosas deben ser mejores.