CRÓNICA

Cameron Graves, heavy metal

El potente pianista, surgido de la órbita de Kamasi Washington, se estrenó en la inauguración del 50 Festival de jazz de Barcelona en Luz de Gas

Roger Roca

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Chaleco tejano, enormes brazos tatuados, melena recogida y gafas de sol. Cameron Graves tiene aspecto de cantante de heavy. O de motero. En la espalda, una calavera y un parche que dice “revolt”. Revuelta. Se sienta al piano, se acerca el micro y canta con voz de trueno. “¡La vida es el paraíso eternoooooo!”, mientras hace temblar el piano con unos arpegios que parecen infinitos. Solo son tres músicos, piano, bajo y batería, pero el sonido es atronador. En Luz de Gas no hay un resquicio de silencio.

El saxofonista de moda, Kamasi Washington, lo anunciaba cuando saltó a la fama con 'The Epic', un triple álbum que es todo energía y desmesura y que le ha llevado a un público que normalmente no se acerca al jazz. Detrás suyo vendrían más, decía Washington. Más músicos como él, impetuosos, enérgicos y con personalidades llamativas y poco comunes en el jazz de hoy. Se refería a sus compañeros del colectivo West Coast Get Down de Los Ángeles, que después de años ganándose la vida como músicos de sesión están dando el salto a la primera fila con sus propios proyectos gracias al revuelo que armó el estreno del saxofonista.

Cameron Graves, pianista de ese colectivo, es uno de los que ya tiene disco en solitario, 'Planetary Prince'. Washington decía de él que prácticamente se estaba inventando un género nuevo, mezcla de jazz, clásica y heavy metal. “Atención porque esto es power jazz”, anunció el viernes en Luz de Gas Joan Anton Cararach, director del Festival Internacional de Jazz de Barcelona, que inauguraba oficialmente su 50 edición con el debut de Graves en la ciudad, aunque el grueso de conciertos llegará en otoño. El nombre de la cosa no está claro, pero los ingredientes sí. La gasolina de Graves lleva riffs metaleros, compases de formas extrañas, velocidad de vértigo, solos interminables y una técnica impecable. Y hay más. Los títulos tienen miga: 'Los siete hijos de la creación', 'Satania, sistema solar', 'Mundos de siete mansiones'.

“El número siete es muy importante físicamente y espiritualmente”, contaba Graves. Sus dramáticas fantasías, a veces de regusto romántico, a veces absolutamente apocalípticas, se inspiran en 'El libro de Urantia', un oscuro volumen publicado a mediados del siglo pasado que mezcla religión, ciencia y filosofía. Pero al esotérico Cameron Graves, a pesar de todo, también le interesan un poco las cosas de 'exie món': mientras machaba los graves del piano, anunció que aunque en su país las cosas están muy mal, los chavales de hoy día son más libres y gracias a internet pueden conocer lo que les interese y creer en lo que quieran. La canción en cuestión se llamaba 'The end of corporation', 'El fin de las corporaciones'. La nueva ola llega fuerte.