PRESENTACIÓN EN APOLO

Barcelona Gipsy Balkan Orchestra, de ida y vuelta

El grupo multinacional asentado en la capital catalana muestra los ritmos balcánicos de su cuarto disco, 'Avo kanto'

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Jordi Bianciotto

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Hay una música balcánica hecha en Barcelona que, en un curioso efecto de ida y vuelta, es acogida con júbilo por el público de esos países del este europeo. "Ahí, los músicos jóvenes han perdido el sabor de esos géneros introduciendo instrumentos como el sintetizador. Nadie los toca como nosotros", señala Mattia Schirosa, el acordeonista italiano de la Barcelona Gipsy Balkan Orchestra, formación que elabora un sonido enraizado en los Balcanes "con elementos occidentales pero conservando el color antiguo". Ya van por su cuarto disco: 'Avo kanto', que presentan este miércoles en Apolo (20.30 horas).

En el grupo hay dos catalanes, la cantante Sandra Sangiao y el clarinetista Dani Carbonell, formando equipo con músicos de Italia, Francia, Grecia, Serbia y Ucrania. Sus orígenes se sitúan "en las 'jam sessions' que nacieron en el Raval hace seis años", apunta Schirosa. Encuentros de músicos y "fiestas de la comunidad griega o turca" de las que surgió la inicialmente llamada Barcelona Gipsy Klezmer Orchestra. Después de publicar dos discos, y tras la marcha del serbio Robindro Nikolic, la banda se refundó sustituyendo el acento klezmer (música tradicional judía) por el 'balkan' y "ampliándose a toda la música tradicional de los Balcanes".

Del serbio al esperanto

Por si no hubiera suficiente con cantar en lenguas como el serbio, el macedonio, el griego, el romaní (versión de Rumanía) y hasta el albanés conservado en el sur de Italia, llamado 'arberëshë', la Orchestra, también conocida como BGKO, titula el disco en esperanto, idioma en el cual 'Avo kanto' significa 'Las canciones de los abuelos'. "El esperanto reúne características de muchos idiomas europeos y nos gusta por eso", razona Mattia Schirosa, cofundador del grupo, que se confiesa "enamorado" del imaginario sonoro balcánico desde sus inicios como músico de calle. "Tocaba por la costa adriática italiana y así conocí a muchos músicos gitanos que me hicieron apasionarme por este repertorio", recuerda. Hablamos de canciones tradicionales "que tienen mucha fuerza porque se han cantado de generación en generación, y que conservan un poder evocador muy fuerte".

En el repertorio se cuela el clásico antifranquista 'Gallo rojo, gallo negro', de Chicho Sánchez Ferlosio. ¿Hay dimensión política en la Orchestra? "No, más bien nos gusta hablar de las sombras y las luces que están en nuestro interior, de nuestra lucha de cada día entre las emociones buenas y las perjudiciales", argumenta Schirosa. Si un mensaje se deriva de su repertorio, es "el de apertura a las otras culturas para ir más allá de las diferencias lingüísticas o religiosas".

Revolución en el barrio

Ahí, el nombre de Barcelona es portador de propiedades armónicas, como constatan cuando actúan en Serbia o Macedonia. "La ciudad representa una idea y una esperanza. Hay que pensar que mucha de esa gente ha vivido una guerra, sabe lo que es no poder moverte con libertad, sin contacto con amigos del otro lado de una frontera. Y muchos balcánicos fueron a vivir a Barcelona", razona el acordeonista. "Por eso, esta ciudad simboliza la libertad de viajar y de convivir", añade. Su semilla ha dado frutos, apunta el percusionista griego Stelios Togias. "¡Hay una revolución de grupos de música balcánica en Barcelona! Existe incluso un festival", destaca, en alusión a la muestra BalkaBarna.

Hablamos de una música con un componente festivo, pero no solo eso. "Es más de celebración y de ritual que de fiesta, ya que también puede tener una función espiritual o contemplativa", explica Schirosa. ¿Una propuesta beneficiada de la proyección de Goran Bregovic? Schirosa y Togias tuercen el gesto. "Bregovic abrió un camino comercial, pero la música de los Balcanes es más compleja", indica el segundo. "Él solo hace fanfarria, un estilo que se toca al sur de Serbia, en Macedonia… Pero hay otros géneros que no tienen nada que ver".

Su alineación es, apunta Schirosa, la de "una orquesta gitana, donde los únicos vientos permitidos son el acordeón y el clarinete, y que se parece a las formaciones de jazz 'manouche' francesas". Una propuesta viajera que ha unido a músicos de orígenes muy diversos en Barcelona. "Lo que tenemos en común es esta ciudad, donde radica nuestro proyecto de trabajo y de vida".