Estimulante diálogo con Stravinski en el TNC

Éxito de 'Balena blava', de Raquel García-Tomás y Victoria Szpunberg, obra que se inspira en 'La consagración de la primavera' del compositor ruso

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abertran42958935 ensayo ballena blava en el tnc foto tnc may zircus180416104039 / MAY ZIRCUS

César López Rosell

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La Sala Gran del Teatre Nacional acogió con éxito este fin de semana el estreno mundial de 'Balena blava', obra de la ascendente compositora Raquel García-Tomás (Barcelona, 1984) y de la dramaturga Victoria Szpunberg, ofrecida con dirección escénica de Xavier Albertí. La sinfónica y el coro de l'Escola Superior de Música de Catalunya (Esmuc), dirigidos con nervio y pulcritud por Edmon Colomer, fueron protagonistas de esta 'première'. La formación orquestal interpretó además 'La consagración de la primavera', de Igor Stravinski, una obra capital del siglo XX por su revolucionario uso del ritmo y el timbre. Con ella dialoga de forma estimulante la nueva creación presentada.

La obra de esta joven autora de proyección internacional, que la próxima temporada estrenará en el Teatro Real su ópera 'Je suis narccisiste', se interroga sobre uno de los juegos virtuales más macabros de nuestra sociedad cibernética. El título de la apuesta proviene de la decisión que toman las ballenas de encallar en las playas para morir. La creación se inspira en el clásico de Stravinski y el sacrificio de una adolescente obligada a bailar hasta su muerte para ganar el favor de los dioses. En este caso, el monodrama relata la impotencia y desasosiego de una profesora que ha recibido el aviso de que uno de sus estudiantes se ha unido al 'grupo de la muerte' del juego de rol para su suicidio. La pedagoga, encarnada por una Marta Angelat de voz grave e inquietante, se convierte también en una víctima de este malvado sistema.

Las reflexiones de la protagonista sobre la escala de valores de la sociedad actual así como determinadas visiones apocalípticas resuenan con inusitada fuerza. Tanto que, en algunos momentos, la contundencia de la palabra ahoga a una música que, a modo de banda sonora, envuelve el relato verbal. La composición parte de las células motívicas y texturales de la obra del ruso pero la autora las recompone en un nuevo contexto gestual y sonoro de gran eficacia narrativa, centrándose en una orquesta de cuerdas, pero otorgando un importante papel a la percusión, la electrónica y la aportación de acompañamiento del coro.

Interesante experimento

El experimento resultó tan interesante como la decisión de Albertí de dar cabida en el TNC a propuestas que incrementan la colaboración con otros centros. Resultó también muy positiva la opción de dar la oportunidad a unos jóvenes músicos en fase de formación de ejercitarse en conjunto interpretando una obra tan trascendental en la evolución de la música contemporánea. El resultado, salvando las distancias con grandes orquestas profesionales, fue mucho más que notable teniendo en cuenta las dificultades que presenta una partitura con tan cambiantes mixturas sonoras.

El ensamblaje entre las secciones, con una cuerda funcionando como acompañamiento rítmico, funcionó bien, dando oportunidad de lucimiento a los solistas. Hubo algún pequeño desajuste, pero nada que pudiera desvirtuar el trabajo realizado por Colomer y el centenar de pupilos a sus órdenes. La falta de foso para colocar a la orquesta hizo inviable la idea de desplegar un ballet (para el que estaba compuesta la obra) que hubiera multiplicado aún más la buena acogida a tan prometedores músicos. Los largos aplausos finales fueron más que merecidos.