CRÍTICA DE CINE

'Un sol interior': Un luminoso tándem autoral

Beatriz Martínez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

'Un sol interior' ha servido para unir el talento de dos personalidades cinematográficas fundamentales de nuestro tiempo como son la directora Claire Denis y la actriz Juliette Binoche. Ambas se encargan de construir con enorme delicadeza y ternura uno de los personajes femeninos más complejos y al mismo tiempo más luminosos del cine reciente, Isabelle, una mujer brillante a nivel profesional pero que se encuentra estancada en una crisis que le impide desprenderse de su dependencia emocional hacia los hombres. A punto de cumplir los 50, separada y con una sensación de vacío que la ahoga, intenta desesperadamente aferrarse a la posibilidad de encontrar el amor como tabla de salvación. Por eso irá pasando por diferentes amantes esporádicos que no harán otra cosa que utilizar su vulnerabilidad para saciar sus propios deseos insatisfechos.

La directora nos sumerge en esa espiral autodestructiva en la que se introduce la protagonista a través de un mecanismo que elude el dramatismo y la autocompasión. Y lo hace a través de una serie de encuentros y desencuentros de carácter tragicómico con sus diferentes parejas en los que el lenguaje y la gestualidad terminarán por apoderarse de la función. Denis, que ha sido una de las cineastas que mejor ha utilizado el cuerpo como elemento visual y conceptual, en esta ocasión abandona la fisicidad para potenciar la palabra como fuente expresiva. Tanto la naturaleza discontinua del relato como la importancia de la poética y la retórica amorosa son dos elementos heredados de lo que en su momento fue el germen del proyecto, la adaptación del texto del semiólogo Roland Barthes 'Fragmentos de un discurso amoroso'. Pero lo que hace realmente importante, doloroso y hermoso este relato en torno a la soledad y la indefensión frente al paso del tiempo es la sensibilidad a flor de piel que desprende la película, por una parte gracias a la autenticidad y cercanía del objetivo de Claire Denis, pero sobre todo gracias a una actriz en estado de gracia que inunda con su inteligencia cada secuencia. 

Su enfrentamiento dialéctico final con Gerard Depardieu entra directamente a formar parte del panteón de la mitología cinéfila.