EL ANFITEATRO

El mal rollo familiar del 'american dream'

La ópera 'A quiet place', de Leonard Bernstein, renace en Viena en una versión de cámara

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Rosa Massagué

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En el centenario del nacimiento de Leonard Bernstein, ‘A quiet place’, su última ópera y una de sus últimas composiciones, puede haber encontrado el camino para su redención en los escenarios de la mano de una versión de cámara como la que ha presentado la Neue Oper Wien dentro de la programación del Theater an der Wien de la capital austriaca. El resultado de esa versión reducida merece todo el aplauso.

Bernstein no quería que su producción para el teatro quedara reducida a los musicales, a ‘West side story’ en primer lugar. Quería escribir una ‘ópera americana’. Con el libretista Stephen Wadsworth encontró el motivo en todo lo que hay detrás del ‘american dream’, detrás de la casa con jardín y el coche en la puerta en una zona residencial. O sea, en una familia desunida, cargada de incomprensiones y agravios, en la que todos están cabreados contra todos, con problemas psicológicos no resueltos. Una familia en la que pueden encontrarse trazas de la propia del compositor, de la que le vio nacer y de la que él formó. Irónicamente, sus autores titularon la ópera ‘A quiet place’, ‘Un lugar tranquilo’ cuando en realidad describen un “criadero de alacranes” como Octavio Paz definía a las familias.

Estrenada en 1983, en Houston, la crítica la machacó. Compositor y libretista la revisaron por completo para ofrecer una nueva versión en la que cortaron escenas e incorporaron como flashbacks la ópera en un acto ‘Trouble in Tahiti’ que Bernstein había compuesto en 1952. Esta versión se estrenó en La Scala de Milán y en Washington, pero no fue la definitiva. En 1986, en Viena se estrenó una nueva versión dirigida por el propio compositor.

Pese a los cambios, ‘A quiet place’ no se ha convertido todavía en la gran ópera americana con la que soñaba Bernstein. La sociedad que gestiona el legado del compositor consideró que una versión de cámara con una orquesta reducida podría servir para representar el drama que transcurre en el seno de una familia. Garth Edwin Sunderland, experto en la producción teatral del compositor, recibió el encargo de la adaptación que Kent Nagano estrenó en versión de concierto en Berlín, en 2013.

Dos versiones escénicas han subido al escenario en marzo pasado. Una en Filadelfia, y otra, en Viena que es la que nos ocupa. Los más de 70 músicos de la partitura original son aquí 19. Los flashbacks de ‘Trouble in Tahiti’ han sido eliminados y, por el contrario, se han recuperado algunos fragmentos de la primera versión. El resultado es una historia compacta, bien trabada. Musicalmente, Bernstein compuso en una gran variedad de estilos en los que no faltó el dodecafonismo. En la versión de cámara las partes más jazzísticas que acompañaban los flashbacks han desaparecido pero mantiene aquel estilo en muchos momentos.

‘A quiet place’ empieza con la ceremonia fúnebre por Dinah, la madre, lo que permite presentar de golpe a todos los personajes: Sam, el viudo; la hija Dede, pareja de François que ha mantenido una relación homosexual con Junior, el otro hijo que tiene problemas psicológicos; el director de las pompas fúnebres, una pareja de amigos, el psicoanalista, y el médico y su esposa.

La muerte inesperada de Dinah a causa de un accidente de tráfico inducido por el alcohol provoca una catarsis en dos fases. En la primera, con momentos de gran tensión e incluso violentos, salen a relucir todos los malos rollos que han conformado las relaciones de la familia. “¡Qué jodida familia!”, canta un cuarteto. En la segunda fase hay un intento de superación de todos los rencores y de reconciliación, aunque el final queda abierto. Philipp M. Krenn plantea una puesta en escena muy realista que se desarrolla en la casa familiar.

De entre las voces destacaba la del barítono Dániel Foki en el papel de Junior, el más exigente vocalmente, que el cantante acompañaba con una gran interpretación actoral. Junto a él, Katrin Targo (Dede), Nathan Haller (François) y Steven Scheschareg (Sam) en los papeles principales. Walter Kobéra, que es el intendente de la Neue Oper Wien dedicada a la ópera contemporánea, dirigía al amadeus ensemble-wien. La compañía operística tiene su sede en el teatro Kammeroper, una sala de pequeñas dimensiones que resultó muy adecuada para esta versión de la obra de Bernstein que parece haber encontrado vida propia en este formato camerístico.

Ópera vista el 22 de marzo.

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