CENTENARIO

Leonora Carrington, la última de los surrealistas

Un documental biográfico se suma a la celebración en Barcelona

Leonora Carrington, en su última aparición en público en el 2011.

Leonora Carrington, en su última aparición en público en el 2011. / periodico

Elena Hevia

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Cuando la pintora británica que pasó la mayor parte de su vida en México, Leonora Carrington, accedió a ponerse frente a las cámaras del documentalista Javier Martín-Dominguez tenía 90 años y un largo historial de recelo a la hora de hablar de sí misma. Ese es el valor que tiene el documental 'Leonora Carrington. El juego surrealista' que este martes se exhibirá en los cines Boliche (20.00horas)  dentro del programa de actividades de Casa Amèrica  Catalunya, coincidiendo con los últimos coletazos de la celebración de su centenario que culmina con una gran retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México y la apertura del Museo dedicado a su figura  en San Luis Potosí. 

A Martín-Domínguez le hubiera gustado atrapar el momento magnífico en el que la conoció personalmente por primera vez después de haberla seducido por teléfono para que se prestara al documental. «Pese a su aparente fragilidad también irradiaba una gran fuerza, un control mental absoluto, su presencia era abrumadora», relata el cineasta. Buena parte de ello se muestra en la película. La pintora surrealista, posiblemente el último miembro vivo de ese movimiento (falleció en el 2011), no dejaba de encender un cigarrillo tras otro. El realizador creyó que iba a hablar con ella una media hora, pero la conversación se prolongó durante diez días, en los que la artista y escritora desgranó buenas parte de sus recuerdos. Los más amargos tienen que ver con su reclusión psiquiátrica en España, tras la confinación de su amante, Max Ernst, en un campo de concentración. «Ella hizo su catarsis con la escritura de ‘Memorias de abajo’, el libro en el que relató aquel terrible momento de una forma muy onírica, pero cuando me hablaba de ello se notaba que todavía le pesaba», explica el director. 

Carrington logró salir del psiquiátrico de Santander y escapar primero a Nueva York y más tarde a México, donde hoy es considerada una de más los grandes artistas de un país que anda sobrado de ellos.  Acabó triunfante, rodeada de amigos (Remedios Varo, colega surrealista; Elena Poniatowska que le dedicó una novela; Carlos Monsivais, o las galeristas catalanas Teresa y Ana María Pecanins), después de tenerlo todo en contra  ya que su propio padre fue quien la internó. 

De todos los momentos vividos juntos, Martín-Domínguez rescata la definición que le brindó de lo que para ella significó el amor: «Es como una borrachera que se cura con un dolor de cabeza».