CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Mi primer combate': los golpes de la vida

La directora Olivia Newman debuta con un sólido relato de crecimiento que saca partido emocional de miradas y cuerpos

Fotograma de 'Mi primer combate'

Fotograma de 'Mi primer combate'

Juan Manuel Freire

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'Mi primer combate' es un título de trágica ironía para una película cuya protagonista, Monique (Elvire Emanuelle), ya ha pasado por muchas batallas cuando la vemos por primera vez, expulsada de su enésima casa de acogida por liarse con el novio de la mujer a su cargo. Huérfana de madre, Mo se alista en el equipo de lucha de su instituto (solo de chicos) para seguir los pasos de un padre (Yahya Abdul-Mateen II) al que admira profundamente a pesar de sus errores; ahora mismo está en prisión, o eso cree Mo.

Siempre observada de cerca por su empático entrenador (Colman Domingo), esta chica de superficie rocosa pero interior quebradizo se da así de bruces con una familia. Una quizá más sólida que la provista por un padre biológico que, tras reencontrarse con ella por casualidad, la arrastra a una trama de boxeo underground solo por hacer algo de dinero supuestamente fácil.

Al final la película de Olivia Newman, desarrollada por esta debutante a partir de un corto propio del 2010, parece girar en torno al flexible concepto de familia: cómo no es, por definición, aquella que te toca, sino la que uno encuentra por el camino, como esa mujer hispana obstinada en ser buena con Mo y ese equipo masculino que (fuera los tópicos) no tarda nada en aceptar su disruptiva llegada.

Newman filma este relato de crecimiento con estilo naturalista, cámara en mano, atendiendo sobre todo a las miradas y expresiones faciales. Emanuelle es una revelación: hay vida furiosa en la mirada que dirige a su padre en su reencuentro por accidente; una mezcla de sorpresa, tristeza y súplica. Pero la directora no se olvida en cualquier caso de los cuerpos, porque sus personajes se expresan también, si no incluso más, con las extremidades, tanto dentro como fuera del tapiz y del ring.

Las escenas de boxeo, dirigidas limpiamente, para que veamos cuánto duele cada golpe, son de una fisicidad imponente y están cargadas de la tensión de una luchadora fuera de contexto, en combate, sobre todo, consigo misma. Si se lo propone, Newman podría continuar su carrera exitosamente rodando una de acción hiperrealista al estilo Bourne.