CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Ready player one': guía básica de la cultura pop

La película de Steven Spielberg acumula tantas referencias a iconos pop que por momentos funciona como una versión gigante del 'Pokémon Go'

Una imagen promocional de 'Ready player one'

Una imagen promocional de 'Ready player one'

Fernando Grimalt

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Solo unas semanas después de mostrarnos su perfil más serio y políticamente comprometido en Los archivos del Pentágono, Steven Spielberg nos recuerda ahora que en el fondo sigue siendo un niño hiperactivo gracias a Ready player one, su película más vocacionalmente lúdica en años: un deslumbrante espectáculo visual ambientado mayormente en el interior de un videojuego de realidad virtual, donde un héroe y sus secuaces emprenden una trepidante aventura en busca de un tesoro mientras se enfrentan a una oscura corporación.

Nuestra primera toma de contacto con ese hiperespacio es una persecución por una camaleónica ciudad de Nueva York, en la que el DeLorean de Regreso al futuro es perseguido no solo por el Batmóvil y la furgoneta de El equipo A y una motocicleta salida de Akira -entre otros vehículos-, sino también por King Kong y el T-Rex de Parque Jurásico. Y a partir de entonces la película va ofreciendo tantas referencias a iconos de la cultura pop -Michael Jackson, Alien, Chucky, Duran Duran, las Tortugas Ninja, Freddy Krueger, Fiebre del sábado noche- que por momentos funciona como una versión gigante del Pokémon Go. Para cazarlas todas harían falta varios visionados con un control remoto en mano.

Para vehicularlas, Spielberg nos ofrece una sucesión de enormes tiroteos y carreras capturadas por una cámara que desafía las leyes de la física y asombrosas secuencias de acción detrás de las que, en realidad, no hay gran cosa. Los mensajes sobre los peligros de nuestra obsesión por la tecnología y las redes sociales son obvios; sus personajes ni tienen fondo ni verdadero atractivo; y la hondura emocional que en el pasado elevó sus mejores incursiones en el terreno del blockbuster -escenas como las bicicletas voladoras de E.T. (1982)- es sustituida por simples fuegos artificiales. Y en parte es por eso que, por mucha que sea su obsesión por la nostalgia, es poco probable que Ready player one logre jamás entrar a formar parte del panteón de la cultura pop que con tanto detalle retrata.