CITA CON LA IMAGINACIÓN

La fantasía de Disney ilumina Caixaforum

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Natàlia Farré

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Decir Disney es decir dibujos animados. Decir Disney es decir aventuras entre bosques, castillos y cabañas. Y decir Disney es desde este viernes y hasta el 24 de junio decir Caixaforum. El centro de Montjuïc recorre la historia, y las historias, de la trayectoria creativa de la compañía americana, desde los años 30 hasta la fecha. De 'Los tres cerditos' (1933), el primer gran corto de la factoría, a la contemporánea 'Frozen' (2013). Del dibujo a mano al dibujo digital. Doscientas quince piezas que no solo desgranan cuentos conocidos y reconocidos por grandes y pequeños sino que, además, muestran aquello que nunca se ve: el trabajo que hay detrás de cada película. "Todo el arte creado por los diferentes artistas de distintas disciplinas que colaboran en el desarrollo de un largometraje", explica Kristen McCormick, comisaria de la exposición 'Disney. El arte de contar historias'. Ello significa exponer acuarelas, dibujos a carboncillo, pasteles, grafito, tinta, tempera y pintura digital, además de guiones ilustrados y fragmentos de videos.

Todo sacado de la Walt Disney Animation Research Library, la entidad que custodia el legado de los estudios: 65.000 guiones y más de 100 millones de piezas de arte individuales, y todo expuesto en una escenografía de cuento (cabaña, bosque y castillo) con el objetivo de tener una experiencia inmersiva. No están todas las películas, sino solo aquellas que provienen de la tradición oral y que sirvieron de inspiración a Walt Disney. "Los clásicos que el creador conocía de su infancia", apunta la comisaria. Mitos, fábulas, leyendas, ‘tall tales’ (cuentos tradicionales norteamericanos) y cuentos de hadas.  Así, no hay rastro ni de 'El libro de la selva' ni 'Pinocho' ni de 'Peter Pan' pero sí de 'Hércules', 'Los tres cerditos' y 'La bella durmiente'.

Una Blancanieves pelirroja

Historias, estas últimas y las del resto de la muestra, que Disney recoge, contextualiza, impregna de sociedad y perpetúa con el lenguaje universal de los dibujos animados. Así el cariz cómico del Hércules realizado por los estudios "hizo contemporáneo y accesible algo como la mitología griega, a la que muchos consideran aburrida y académica", según John Musker, uno de los directores de animación del estudio. De la misma manera que el cuento tradicional del siglo XVIII 'Los tres cerditos' se convirtió en un himno para levantar la moral en una época muy dura para EEUU como fue la Gran Depresión. Lo hizo cambiando la historia y dándole un tono musical: la canción 'Who’s afraid of the big bad wolf' ('Quién tiene teme al lobo feroz') se alzó como un canto de optimismo. Y la 'Bella durmiente', también adaptada de la tradición europea (su primera mención en una recopilación de cuentos fue en 1340) era para Disney "la más emotiva" de todas las "leyendas de príncipes y princesas, de brujas y hadas, y del triunfo del bien sobre el mal".   

El origen de las historias que alimentan los largometrajes es uno de los ejes de la muestra pero el otro es "destacar que no hay solo un estilo artístico, que son muchos los creadores que trabajan en una película animada, y que se hacen pruebas y más pruebas hasta encontrar la imagen ideal de los personajes", destaca McCormick. Ahí está la protagonista de  'Blancanieves y los siete enanitos' que se puede ver con diferentes aspectos: melena rubia, pelirroja, con aspecto de Betty Boop y con la estética final. "Se trabajaron muchas versiones de la bella princesa para determinar cuál era la mejor", asegura la comisaria. Lo mismo pasó con la 'Sirenita', que antes de pelirroja fue morena pero el negro no destacaba igual que el naranja en el azul del fondo del mar. Y el interior de la capa de la reina de la 'Bella durmiente' pasó de rojo a violeta porque el ilustrador Eyvind Earle, especialista en color, dijo que el bermellón no se adaptaba a su paleta de colores. Se ve en un dibujo firmado por Marc Davis, pero no todas las obras tienen autoría.

Horas observando animales

La falta de autor evidencia una de las obsesiones de Walt Disney: el trabajo en equipo y la ejecución de forma colaborativa. Tenía más, como la calidad, el rigor, la minuciosidad y el detallismo. Quería que los dibujos aportaran credibilidad a la historia, así que para humanizar a los animales obligaba a sus colaboradores a permanecer horas y horas observándolos. Hasta conseguir que sus expresiones comunicarán la historia al espectador. Y esto, el choque entre el mundo imaginario y la realidad del trabajo que se elabora en los estudios, es uno de los atractivos de la exposición que quiere ser un homenaje a las historias creadas hace 80 años y en la actualidad, y que entusiasmaron y siguen entusiasmando a grandes y pequeños. Porque está exposición tiene vocación de ser para todos los públicos.