CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Benji': una aventura canina con demasiados trucos fáciles

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Juan Manuel Freire

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Si en España la mera pronunciación del nombre 'Benji' equivale a pensar en goles al ralentí, en Estados Unidos 'Benji' siempre será el adorable chucho callejero que salvaba a dos niños en una película-fenómeno de 1974 de Joe Camp. El éxito condujo a Camp (un cineasta autosuficiente como pocos) a probar suerte con una ristra de secuelas y producciones televisivas, entre estas últimas la extraña serie 'Benji, Zax & el príncipe Yubi', protagonizada por el perrete, un androide y un príncipe alienígena.

Brandon Camp (así es, hijo de Joe) ha jugado más sobre seguro al recuperar la franquicia de un paréntesis de catorce años. 'Benji', versión 2018, sigue a conciencia los pasos del 'megahit' seminal de los 70, cambiando Tejas por Nueva Orleans, padre soltero por madre soltera y niños ingenuos por niños con altas dosis de sabiduría callejera.

Que ningún padre se asuste por la presencia como productor de Jason Blum, Rey Midas del cine de terror de bajo presupuesto. Ya ha producido material dramático con anterioridad (como el telefilme 'The normal heart'); aquí se sufre, sobre todo, por cuestiones sentimentales. Esas imágenes de Benji bajo la lluvia al más puro estilo Tristón son tortura para amantes de los canes. En este y en casi todo momento, una música plañidera echa sal en la herida.

No se recomienda ver 'Benji' para aprender sobre sutileza, pero sí para saber cómo elevar una película mediocre a través de la fotografía (Thomas Scott Stanton puede sublimar la luz natural como Emmanuel Lubezki) o cómo ser niño actor y no resultar repelente; atención en particular a Darby Camp, la niña melómana de 'Big little lies'. Casi se diría que su Chloe de aquella serie se ha encargado de elegir canciones: además del tema original de Charlie Rich, suenan delicias de Cat Stevens ('I love my dog', claro) y John Hiatt ('Have a little faith in me', remarcando un inesperado subtexto sobre la fe).