ENTREVISTA

Niño de Elche: "Experimento porque soy flamenco"

El cantaor presenta en Barts su nuevo doble disco, 'Antología del cante flamenco heterodoxo', dentro del Guitar BCN

El Niño de Elche

El Niño de Elche / periodico

Jordi Bianciotto

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El Niño de Elche lleva su mirada disidente hacia el flamenco oficial un poco más lejos en su nuevo disco, doble y de título más irónico que pomposo, ‘Antología del cante flamenco heterodoxo’, cocinado con la implicación de Raül Fernández, Refree, en la producción. Cantes populares y adaptaciones de Shostakóvich, Tim Buckley y Mikel Laboa con instrumentaciones de signo experimental, que el cantaor presentará este viernes en Barts (21.00 horas), dentro del festival Guitar BCN.

Un disco denso, ¿exigente? Sí, exige escuchar, que ya es bastante. Y leer, que es sinónimo de escuchar.

¿La intención del disco es explicar que el flamenco es más grande que aquello que entendemos como flamenco? Esa es una parte de los discursos que encierra el trabajo. Sí, es una demostración de lo que siempre he dicho y nadie me creía, pensaban que era una provocación, que era decir que si yo experimento es porque realmente soy flamenco. Ahí se mueve el disco.

¿Ser flamenco ortodoxo es ser anti-flamenco? Sí, exactamente, esa es una de las paradojas. Y este disco lo demuestra.

A su vez, se podría pensar que trata de establecer un nuevo canon flamenco. No tanto, solo jugamos con la ironía. Las antologías se crean para archivar y para sentar cátedra y, de paso, crear una especie de canon, y nosotros hemos hecho lo contrario. Hemos hecho una antología más que para sentar cátedra para abrirla, y para que el archivo se libere y explote por sí mismo.

Este repertorio como punto de partida. Sí, es un disco inacabado, en el buen sentido.

¿Con la intención de que tenga una influencia más allá de su carrera? Si llega a tenerla, si la prensa musical escucha, creo que palabras asociadas al flamenco como tradición, vanguardia, todo eso, se eliminarían. No volveríamos a ellas como espacio de confort y palabras estancas. Yo no me he considerado nunca ni transgresor, ni vanguardista, ni tradicional, ni nada.

"Yo no me he considerado nunca ni transgresor, ni vanguardista, ni tradicional, ni nada"

¿Qué debía tener una canción o un cante para ser incluidos en este disco? Pues alguna conexión con una idea de lo flamenco, que no solo se compone de estructuras sino de muchas otras cosas, y que reconocemos en otros muchos lugares, algunos de los cuales incluso nos cuesta definir. Había muchas más, pero son las que más se amoldaban a mí y a Pedro G. Romero (director artístico del disco).

¿Entre los ingredientes de lo flamenco puede haber el texto que desafía a su época? Exactamente, aquí hay coplas, textos como el del predicador laico Eugenio Noel, o el de Juli  Vallmitjana en catalán, que entran en esa lógica.

Se refiere a ‘La farruca de Juli Vallmitjana’. Sí, él hizo estudios y trabajos con los gitanos del lumpen de Catalunya, se inspiró y creó unas coplas flamencas, o lo que él entendía como coplas flamencas, en catalán, con la estructura en que se cantaba el flamenco clásico.

Flamenco catalán del año 1916. Sí, catalán como puede serlo de tantos otros lugares. Vallmitjana no nos intentó decir que el flamenco fuera catalán, sino que se mueve en otras lógicas, en otras tensiones. En la antología también hemos introducido las ‘Seguiriyas del silogismo’, en latín, y otras formas de cantar no precisamente apegadas a una nacionalidad. Lo que reivindicamos es la no nacionalidad del flamenco.

¿Y de ahí, a la ‘Deep song’ de Tim Buckley? Él se acercó a Lorca, como tantos otros, y a lo que podía identificar como andaluz, flamenco, español…, quién sabe, y por eso en ese disco metió mucho melisma, un melisma muy particular. Pero su forma de interpretar lo que él entiende es igual de válida que la de Antonio Mairena.

En el libreto del disco llega a sugerir una explicación flamenca del sentido canto del hijo de Tim Buckley, Jeff, en su conocida versión de ‘Hallelujah’, de Leonard Cohen. Es que el imaginario es tan libre que cada cual lo traduce como quiere o puede, pero siempre hay algo que se reconoce como tal: una expresión, una actitud… Cada cual imprime su traducción de lo que se entiende como flamenco.

¿Dónde sintonizan los ‘lekeitios’ de Mikel Laboa con el arte flamenco? Pedro G. hace esa conexión con un texto de Laboa inspirado en una niña gitana. Él tocaba una guitarra flamenca. Todo eso nos ayuda a encontrar una vía. Morente se inspiró en los ‘lekeitios’ en su último disco. Hay puntos de contacto.

Raül Fernández, Refree, su productor, habla de reinterpretación del flamenco respecto a su trabajo con Rosalía. ¿Es su caso? No tanto, porque para mí ese es un concepto muy abstracto, no sabes dónde termina y donde empieza. Lo resumo diciendo que bebemos de un archivo y que aquí explota, se hace contemporáneo, se reinterpreta, se ‘reversiona’, se recrea… Se rompe, se maltrata, se violenta… Hay tantos adjetivos que se podrían aplicar a ese proceso creativo… Reinterpretar es uno de los ingredientes del cóctel.

"El flamenco tradicional que se defiende hoy en día es moderno, no es de raíz, radical, sino que es algo que se estableció en los años 60 y 70"

Dice que el flamenco es más que unas estructuras, pero hay cada palo dispone de unos patrones, unos compases, que hay que seguir. Ahora parece que sí.

¿Ahora? Sí, porque esa es una concepción moderna del flamenco, y yo no soy moderno.

¿Qué es? No lo sé, pero moderno no soy. Mi visión no lo es. Y una cosa es el compás y otra el ritmo. Aquí hay más bien un ritmo interno. El flamenco tradicional que se defiende hoy en día es moderno, no es de raíz, radical, sino que es algo que se estableció en los años 60 y 70. Antes no era así, tenía una impronta más despreocupada, con menos reflexión en según qué cuestiones. Por eso digo que no soy moderno.

Si le dicen, como les ocurre a Rosalía y Raül Refree, que lo suyo no es flamenco, ¿qué responde? Que no es relevante tal cuestión. Materialmente yo podría demostrar que es flamenco. En un juicio, con partituras, se podría comprobar que lo es. Pero lo flamenco es más que eso, es la expresión, el sonido, el cuerpo, y ahí pierden toda la razón. Aunque, repito, me importa poco.

Pero, el rechazo exaltado de cierto purismo, ¿no puede ser un estímulo para seguir adelante? Yo me he enfrentado a él siempre porque me parece un campo de batalla y nunca me he querido callar. Ahora me critican más porque tengo más visibilidad, pero yo llevo haciendo cosas experimentales desde hace más de diez años.

¿Hay que ver también esta obra como un canto al libre pensamiento en un momento en que está amenazado? Sí, porque en el disco se reflejan muchas tendencias críticas que en los últimos tiempos me animo a apoyar. Es un disco que no se posicione en una ideología, sino que crea grises y paradojas, que es lo que ha hecho el flamenco siempre. Mi posición es la libertad de expresión, ante eso no hay ninguna duda.

¿Ve involución en España? No sé si se va para atrás o para adelante, pero sí sé que esos gestos judiciales son más para escarmentar y para una cosa muy fascista que es infundir miedo. El  peligro es que ese franquismo sociológico tenga apoyo social, que la sociedad no tome medidas reales ante situaciones escandalosas como las de Valtònyc o Pablo Hasél.