El escritor Pep Coll reivindica la modernidad de Heráclito en su nueva novela
El escritor leridano Pep Coll reivindica la modernidad de las ideas del filósofo Heráclito de Éfeso, 2.500 años después de su muerte, en "Al mateix riu d'Heràclit", una novela más filosófica que histórica, en la que el lector conocerá a "un sabio lúcido que vivió amargado".
Cinco años después de "Dos taüts negres i dos de blancs", el novelista abandona el Pirineo -donde ha ubicado la mayoría de sus historias- y emprende un viaje hasta la antigua Grecia para ahondar en la peripecia de un pensador, que era hijo de la familia real de Efes, y que estaba destinado a reinar, pero que prefirió el camino del pensamiento.
Coll ha recordado hoy que en los años setenta estudió Filosofía en la Universidad de Barcelona y de la mano de Emilio Lledó, en un aula pequeña y oscura del patio de Letras, descubrió a Heráclito a partir de una sentencia suya: "Hace falta que el pueblo luche igual por la ley como por la muralla".
Posteriormente, fue interesándose por el "Oscuro de Éfeso", de quien no se conserva obra escrita, aunque sí han sobrevivido un centenar de citas que "pueden verse como los tuits de hoy en día".
"Entramos y no entramos en los mismos ríos", "no conviene que los hijos se comporten ni hablen como los padres" o "el orden del mundo: un montón de suciedad barrida al azar" son algunas de las sentencias que han prevalecido 2.500 años.
Publicada por Proa, la novela indaga en las circunstancias vitales de este hombre, bajo la mirada de Eleudos de Efes, al que Coll ve como el auténtico protagonista de su obra, y del manuscrito denominado "Libro sobre la vida, los hechos y los pensamientos de Heráclito".
En este viaje, el autor de Pessonada muestra "el nacimiento de la filosofía, la democracia y el choque entre Oriente y Occidente", guiado por el pensamiento de un hombre "muy actual, al que cada vez más veo como un profeta".
En este punto, ha indicado que su pensamiento es opuesto al de Parménides, quien defendía que "nada se mueve, todo está quieto", y, a la vez, lo ve como un avanzado a su época con sentencias como que "a la naturaleza le gusta esconderse", lo que "le obligaba a descubrir qué había detrás de su disfraz".
Sobre su carácter de hombre amargado, Pep Coll ha aseverado que no sorprende en alguien que "veía cómo todo se mueve, nada tiene consistencia".
Por otra parte, quien se enfrente a estas páginas reconocerá el retrato de un hombre con muchos pensamientos relacionados con los niños, a pesar de que "era enemigo de la procreación, porque consideraba que eso suponía prolongar la miseria de la vida".
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