CRÍTICA DE CINE
'La última bandera': viajes y deberes
Richard Linklater vuelve a hablarnos de la conciencia del paso del tiempo y de las relaciones de amistad con una sencillez insultante

Quim Casas
Quim CasasPeriodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
La última bandera prolonga El último deber (1973), filme de Hal Ashby protagonizado por Jack Nicholson en el que dos oficiales de la marina debían conducir hasta la prisión a un soldado. El tiempo ha pasado (estamos en el 2003) y ahora algunos de aquellos personajes se reencuentran en otro viaje tan incierto, en su desenlace, como productivo, en lo que representa para sus actuales y baqueteadas existencias: deben acompañar el féretro del hijo de uno de ellos, caído en combate en Irak. De la guerra de Vietnam del primer relato a la contienda del Golfo del segundo. No parece, sobre el papel, un tema ideal para Richard Linklater, pero el director de Boyhood vuelve a hablarnos de la conciencia del paso del tiempo y de las relaciones de amistad con una sencillez insultante.
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