CRÍTICA DE CINE
'Foxtrot': abstracciones de dolor
Una película del israelí Samuel Maoz muy interesante, aunque desnivelada y voluntariamente fría, que hace de los giros argumentales su principal punto de interés
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
El primer largometraje del director israelí Samuel Maoz, Lebanon (Líbano), que logró el León de Oro en Venecia en 2009, es un tratado sobre el espacio claustrofóbico: sus protagonistas están todo el metraje encerrados dentro de un tanque, durante la guerra del Líbano.
Su segunda película, Foxtrot, que se llevó el Gran Premio del Jurado en el certamen veneciano, tiene más personajes, situaciones, escenarios, ángulos y enfoques, pero una parte importante de la historia vuelve a desarrollarse en un espacio inalterable, no tan claustrofóbico como el interior de un tanque del que no se puede salir, pero con similar valor. Se trata de un puesto fronterizo situado en ninguna parte en el que están confinados cuatro soldados israelís. De vez en cuando pasa un dromedario de lento caminar. En alguna ocasión transita un automóvil. Nada más.
En este escenario extraño y casi surrealista, que se inclina gradualmente, acontece un bloque importante de esta historia que empieza de manera bien distinta, con un comunicado de enormes resonancias trágicas: una pareja recibe la notificación de la muerte de su hijo en el frente. La forma de filmar las reacciones del padre y de la madre, de los parientes y amigos, es excelente. Una especie de ingravidez se apodera de los actos de algunos mientras otros se disuelven en el dolor y la rabia. Las reacciones ante la perdida y el luto burocratizado son extremas por parte del padre.
Pero Foxtrot es un filme que vira varias veces de dirección. Cuando creías que iba en una, quiebra y toma un camino distinto. De este modo ocurre algo sorprendente que relativiza lo que hemos visto en el inicio y le da una nueva dimensión a la historia. El tiempo queda detenido en ese puesto fronterizo, un no man’s land que hace hincapié en la futilidad de toda contienda, de toda frontera. Hasta que se produce un nuevo giro argumental en una película muy interesante, aunque desnivelada y voluntariamente fría, que hace de los giros argumentales su principal punto de interés.
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