CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Mudo (Mute)': Hombres difíciles en el futuro

El proyecto soñado de Duncan Jones es menos un 'neo-noir' de acción futurista que un drama sobre la masculinidad

Juan Manuel Freire

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Después de los tres años y medios invertidos (alguna lengua maliciosa dirá malgastados) en Warcraft: El origen (2016), Duncan Jones ha conseguido, gracias a los a veces temerarios ejecutivos de Netflix, dar forma al proyecto de ciencia ficción al que venía dando vueltas desde hace 16 años. En algún momento llegó a definirla como una especie de secuela de Blade runner, pero del clásico de Scott queda la estética y dejemos de contar.

En Mudo, el Berlín del futuro no es más que un paisaje atractivo para un drama intemporal sobre hombres incapacitados en diferentes sentidos: está el camarero Leo (Alexander Skarsgard), quien perdió el habla de pequeño en un accidente acuático y, al ser de familia Amish, nunca se ha dejado operar para recuperarla; y después están los doctores estadounidenses Cactus (Paul Rudd con bigote manillar) y Duck (Justin Theroux con peluca rubia), dos hombres moralmente reprobables que podrían o no estar ligados de algún modo a la desaparición de Naadirah (Seyneb Saleh), la compañera de trabajo y novia de Leo.

Aunque en un principio el torturado Leo parece llevar el peso emocional de la acción, Jones arriesga y nos hace pasar tiempo, mucho tiempo, casi demasiado, con Cactus y Duck, desnudando su centro corrupto capa por capa sin retirar en exceso la mirada. Cuenta una historia de masculinidad oscura sin ofrecer una crítica radical de esa masculinidad. Respecto a la violencia, su posición es ambigua: a veces parece el peor de los males y casi siempre el mejor recurso.

Oscura hasta la asfixia, Mudo tiene algún respiro en los simpáticos guiños a Moon, el gran debut de Jones, a través de apariciones de Lunar Industries y el pobre (o los pobres) Sam Bell. Podríamos estar, quién sabe, ante los albores de un nuevo Universo Cinematográfico, pero los riesgos asumidos hacen difícil imaginar el fenómeno global y la secuela automática.