EL ANFITEATRO

Argentinos de viaje

El surrealismo de Copi y de Jorge Lavelli en la ópera 'L'ombre de Venceslao' con música de Martín Matalón recorre Francia con parada en Montpellier

rmassague41945372 icult rosa massague ziad nehme  rogelio   el loro  mathieu g180208121710

rmassague41945372 icult rosa massague ziad nehme rogelio el loro mathieu g180208121710 / periodico

Rosa Massagué

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A principios de los años 60 muchos jóvenes argentinos recalaron en París huyendo de un país sometido a golpes de Estado, violencia política, dificultades económicas y estrecheces mentales. Uno de ellos fue Copi que sería famoso por su personaje de la Mujer Sentada que cada semana provocaba la risa, la sonrisa o la reflexión en los lectores de ‘Le Nouvel Observateur’. Además de dibujante, era escritor y dramaturgo. Otro argentino emigrado a Paris fue el director teatral Jorge Lavelli. Juntos revolucionaron la escena francesa a base de surrealismo, sarcasmo y provocación.

Copi condensó las razones de aquel viaje generacional en la obra ‘La sombra de Venceslao’. Años después Lavelli le dio forma de libreto operístico en francés y Martín Matalón, otro argentino también afincado en París y con buenas relaciones musicales con Barcelona, compuso la partitura. ‘L’ombre de Venceslao’, ha llegado a la Opéra Comédie de Montpellier con una puesta en escena del mismo Lavelli después de pasar por varios teatros franceses. Según sus palabras, estamos ante una historia en la que las pasiones frustradas y el ansia de libertad llevan a un viaje. Solo que el viaje que se ve en el escenario no acaba nada bien.

La acción protagonizada por una familia argentina del campo se desarrolla en lugares inhóspitos, ya sea en la naturaleza salvaje de una selva tropical, en un desierto o en la jungla de una gran ciudad. Venceslao tiene una doble familia. Casado con Hortensia, tiene una hija, China. Con su amante Mechita tiene un hijo, Rogelio. Hortensia muere y Venceslao decide irse a las cataratas del Iguazú con la amante a quien pretende Don Largui que la seguirá por todas partes. Una vez allí, Venceslao se suicida. Los hermanastros, que están enamorados, van a Buenos Aires, él para estudiar Derecho y ella, para dedicarse a bailar tangos. Un macarra embrolla a la chica en un tugurio de mala muerte. Rogelio muere de un ataque de diarrea y China cae junto al tanguero, víctimas ambos de la violencia política. En la escena final, la sombra de Venceslao se aparece a Mechita que es la única superviviente.

Además de los cinco papeles principales, hay animales, uno de ellos, un loro sentencioso y respondón que todo lo ve y todo lo sabe, y un caballo y un simio, interpretados estos dos por actores. Hay mucho surrealismo en el desarrollo de la historia, pero también una rara mezcla de humor y tristeza, de humanidad en unos personajes que buscan otra vida sin encontrarla.

La ópera tiene dos actos con 32 escenas, algunas brevísimas, definidas por Matalón como miniaturas musicales, además de una obertura y un intermedio. La partitura está escrita para una orquesta de dimensiones reducidas. Hay además cuatro bandoneones, reproducciones electrónicas de sonidos ambientales (de la naturaleza o de la vida urbana) y la grabación de las palabras del loro. Hay también partes habladas. Empieza con una aparatosa tormenta tropical muy brillante musicalmente, y acaba con las palabras que pronuncia la sombra de Venceslao. El tango y la milonga están siempre ahí, pero no solo. Vocalmente, los dos jóvenes, Rogelio y China, tienen la partitura más compleja con saltos de intervalo que llevan hasta grandes agudos.

Lavelli, a sus más de 80 años y aparentemente en plena forma, conoce todos los trucos teatrales. Con esta ópera saca mucho jugo del minimalismo escenográfico para dar vida a las numerosas escenas, distintas y  breves. Algunas, muy poéticas, como la llegada de Venceslao a las cascadas del Iguazú representadas con una tela de seda blanca. Otras, entrañables, como la aparición de Don Largui que cruza mudo varias escenas en busca de Mechita con una bicicleta cada vez más destartalada. Y otras, poéticas, como la fascinación de los dos jóvenes por la actriz y cantante Tita Merello cuando la ven en el teatro El Nacional, resuelta con un escenario vacío donde a un lado están los dos jóvenes sentados a oscuras en lo que sería el gallinero y al otro, una luz indica que es el escenario de aquel célebre teatro bonaerense. 

El tenor Ziad Nehme (Rogelio) y la soprano Estelle Poscio (China) son las voces más destacadas del reparto. Lo son por la facilidad con que resuelven sus partes y llegan sin problemas a los agudos. La contralto Sarah Laulan (Mechita) y el barítono Mathieu Gardon (Largui) cumplen con sus papeles. Del barítono Thibaut Desplantes como Venceslao cabía esperar más. El personaje tiene una grandeza casi quijotesca que trasciende poco en su interpretación. Merece una mención el bailarín Jorge Rodríguez (Coco Pellegrini). El actor David Maisse da voz al loro. El propio Matalon dirigía la Orquesta nacional Montpellier Occitanie.  

La producción de esta ópera responde y refleja el envidiable tejido musical que hay al otro lado de la frontera. Ha sido coproducida por nueve teatros de ópera franceses además del Centro francés de Promoción Lírica, el teatro Colón de Buenos Aires y el Municipal de Santiago de Chile. ‘L’ombre de Venceslado’ empezó su recorrido por la geografía gala la pasada temporada bajo la dirección de Ernest Martínez Izquierdo.

Ópera vista el día 26 de enero.

TEMAS