CRÓNICA DE ÓPERA

Impactante recuperación de 'Peter Grimes'

Gregory Kunde brilla en Valencia en su debut escénico en la obra maestra de Britten, con el emblemático montaje de Willy Decker

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zentauroepp41849304 valenncia 30 1 2018 cultura opera peter grimes ensayo 180206185115 / MIGUEL LORENZO

César López Rosell

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Son buenos tiempos para la lírica contemporánea. La coincidencia de la 'première' española en el Teatro Real de 'Dead man walking', grito operístico de Jake Heggie contra la pena de muerte, con la recuperación por parte del Palau de les Arts de Valencia del emblemático montaje de Willy Decker de 'Peter Grimes', obra maestra de Benjamin Britten estrenada en Londres en 1945, es una buena noticia. El retorno de esta producción, con el aliciente del debut escénico de Gregory Kunde en el rol del marinero marginado y enloquecido por el  trato intolerante que recibe de su entorno, no puede ser más oportuno.

 El lamento del autor sobre los efectos de la dictadura de la sociedad sobre un individuo ajeno a los códigos de conducta establecidos por el pensamiento único es plenamente actual. Y más si está expuesto con la claridad de una puesta en escena diáfana que se fusiona a la perfección con el poder descriptivo de la música y el libreto. La pieza se inspira en un poema de George Crabbe que relata las costumbres de Aldebourg, pueblo marítimo del área de Suffolk, donde nació Britten. Esta circunstancia le ayudó a volcar sus propias vivencias en la partitura

La ópera huele a mar y refleja la influencia que tiene la violencia del óceano en una cerrada comunidad hasta el punto de condicionar sus comportamientos como grupo social. La masa está presentada con una poderosa plástica teatral de  movimientos compactos. El coro se desplaza como una amenazante ola alrededor del solitario y huraño pescador al que quiere reprimir y excluir tras acusarle del maltrato y muerte de sus grumetes.

Éxito internacional

"Cuanto más despiadada es la sociedad con el individuo, más lo es el oprimido por ella", sentenció el compositor, que había sufrido la condena del puritanismo por su condición de homosexual. Algunos análisis de la obra quisieron ver en la relación de Grimes con sus aprendices rasgos de pederastia y otros, una crítica a la homofobia imperante, pero el éxito de crítica y público la catapultaron hacia el éxito internacional. El montaje de Decker llegó al Real en 1997 y una nueva producción de Lluís Pasqual y Josep Pons se estrenó en el Liceu en el 2004.

Han pasado 24 años desde que nació en La Monnaie de Bruselas este montaje de estructura escénica tan sencilla como hipnótica gracias a una iluminación mágica, el cromatismo del vestuario y la superposición de paneles destinados a crear diferentes ambientes. La ecléctica partitura posee una riqueza de efectos de gran fuerza y la magnifica orquesta del teatro valenciano, dirigida por Christopher Franklin, y un coro realmente espectacular en sus prestaciones vocales y coreográficas transmiten con pulcritud la atmósfera opresiva de la obra.

Kunde dota a su personaje de hondura dramática y le otorga una gran riqueza de matices, sobre todo en el registro alto. Leah Patridge recrea con admirable intensidad a la maestra Ellen, enamorada del hosco pescador y única que lo apoya junto a su amigo el capitán Balstrode (un convincente Robert Bork). La veterana Rosalind Plowright, con poca voz, dio carácter a la chismosa Mrs. Sedley y destacó Charles Rice como Robert Keene. Todo un acontecimiento que merecería una nueva revisión en el Liceu, donde desde los tiempos de Joan Matabosch las óperas de Britten parecen no tener cabida.