EL ANFITEATRO

Víctimas de un sistema perverso

La Ópera de Lyón estrena en Francia 'El círculo de tiza', de Alexander von Zemlinsky, basada en un cuento chino

rmassague41920726 icult una escena de la  pera  el c rculo de tiza    der krei180205223149

rmassague41920726 icult una escena de la pera el c rculo de tiza der krei180205223149 / periodico

Rosa Massagué

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuento o parábola. La historia de ‘El círculo de tiza’ (‘Der Kreidekreis’) es eficaz. Es también inverosímil. No porque el ser humano sea incapaz de la maldad que describe, sino todo lo contrario, por la bondad que genera la trama. Es una historia en blanco y negro, sin matices en la que el bien triunfa sobre el mal. Es un cuento moral con un alcance político y social porque trata de la injusticia, la corrupción y la opresión.

No es de extrañar pues que Bertolt Brecht recurriera a este cuento chino del siglo XIV para edificar una de sus más conocidas obras de teatro político, ‘El círculo de tiza caucasiano’. Pero antes, la historia ya había merecido la atención del compositor vienés Alexander von Zemlinsky. Con ella compuso su séptima y última ópera acabada, ‘El círculo de tiza’, en 1930 y 1931, de la que también escribió el libreto y que acaba de tener su estreno francés en la Ópera de Lyón en una producción de altísimo nivel vocal, orquestal y escenográfico.

La obra en tres actos narra la historia de Haitang, una chica de 16 años vendida por su madre a un prostíbulo porqué el mandarín Ma ha arruinado a la familia y el padre se ha suicidado. El príncipe Pao, cliente de la casa de té, ve a la chica y se crea una corriente de simpatía entre ambos, pero llega Ma, compra de nuevo a la chica y la convierte en su segunda esposa. A los nueve meses nace un niño lo que desata el odio de la primera esposa mientras que al depredador económico, social y sexual se le contagia la bondad de Haitang.

La primera esposa asesina al marido, culpa a la chica y asegura que el hijo es suyo. Haitang es sometida a un juicio amañado por un juez corrupto. Cuando ha sido condenada a muerte llega la noticia de que ha fallecido el emperador y el príncipe Pao sube al trono de modo que se suspenden las ejecuciones. Tras otras penalidades, la joven comparece en la sala del trono y ambos se reconocen pero hay que dilucidar quién es la madre del niño. El emperador hace dibujar un círculo de tiza en el que deben entrar las dos mujeres y el niño. En un juicio salomónico, cada una debe tirar de uno de los brazos infantiles y quien consiga sacar al niño del círculo será la madre. Ante la posibilidad de hacerle daño a su hijo Haitang renuncia y Pao ve que ella es la verdadera madre.

Colorín colorado, el cuento todavía no ha acabado. Haitang le cuenta que en la primera noche pasada en casa de Ma había soñado que un joven se metía en su cama. Pao le dice que no fue un sueño, que fue él quien le hizo el amor sin despertarla con lo que de aquel encuentro nació el niño. Reconoce al hijo y a Haitang como su esposa después de anunciar que será un gobernante justo. Ahora sí, fin redentor.

Salvo este final onírico con la aparición de una tercera persona que lo aproxima a otras óperas de Zemlinsky de carácter psicológico (estamos en la Viena de Freud) como ‘El rey Candaules’ ‘La tragedia florentina’, ‘El círculo de tiza’ es la denuncia de un poder y un sistema despóticos. Poco podría pensar el compositor que él mismo se convertiría en víctima de un sistema dictatorial y perverso como el que describía en la ópera.

La obra debía estrenarse en 1933 en varios teatros alemanes y se la esperaba como uno de los grandes acontecimientos operísticos del año. Sin embargo, en las elecciones de marzo el partido nacionalsocialista sacó una mayoría relativa y pudo formar un gobierno de coalición. Las instituciones culturales empezaron a sentir el peso del nazismo y ‘El círculo de tiza’ acabó estrenándose en Zurich en octubre de aquel año. La primera producción alemana de la ópera no llegó hasta 1956, en Dortmund. Zemlinsky murió en el exilio en 1942.

Sin abandonar el carácter altamente refinado de su música, en ‘El círculo de tiza’ combina colores orientales, sin caer en el exotismo, y el jazz. Si de la música de este compositor vienés se dice siempre que se acerca a Schönberg pero sin traspasar la barrera de la atonalidad, en este caso, los referentes musicales son Paul Hindemith, Kurt Weil, Hans Eisler, o Ernst Krenek. Asimismo incorpora partes habladas.

Richard Brunel es un director de escena bien conocido en Lyón. Suya fue, por ejemplo, la producción de ‘Der Kaiser von Atlantis’. Como el cuento, su ‘Círculo…’ es muy eficaz. No ha caído en la tentación del teatro político que interpela directamente al público. Narra la historia de Haitang de manera lineal y clara. La sitúa en un tiempo contemporáneo con algunas referencias, pocas, a la China de nuestros días. La escenografía de Anouk Dell’Aiera crea unos espacios movibles nítidos que funcionan muy bien para situar la acción de cada cuadro.

La soprano Ilse Eerens como Haitang encabezaba un reparto de voces casi todas wagnerianas cuya interpretación era de una gran homogeneidad, con el listón muy alto, incluso en los papeles secundarios. La diferencia entre Eerens y el resto de intérpretes residía en que ella está todo el rato en escena mientras que las apariciones de los demás son limitadas.

Las demás voces eran las del bajo-barítono Martin Winkler (Ma), el barítono Lauri Vasar (Tschang), la soprano Nicola Beller Carbone (Yu-Pei), el tenor Stephane Rügamer (Pao), el bajo-barítono Zachary Altman (Tschao), el tenor Paul Kaufmann (Tong), la mesosoprano Doris Lamprecht (señora Tchang). También merece destacarse la intervención del actor Stefan Kurt en el papel del amante de la primera esposa y corruptor del juez.

La orquesta de la Ópera de Lyón tiene un nivel muy alto que la batuta en este caso de Lothar Koenigs, experto en la ópera alemana, especialmente en la de la primera mitad del siglo XX (dirigió el impresionante ‘Moses und Aron’, de Schönberg, en el Teatro Real), supo llevar por muy buen camino extrayendo el dramatismo de la partitura servido en ritmos que aparentemente no lo son.

Ópera vista el 24 de enero.   

TEMAS