PREMIOS GOYA

Coixet no se fue de vacío

Quim Casas

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A medida que avanzaba la gala conducida por los iconoclasta-chanantes Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, las confirmaciones que iban cayendo y las intuiciones generales presentaban una suerte de contienda vasco-catalana lo que, en el panorama socio-político actual, que a veces condiciona e influencia, y en otras no tanto, no dejaba de ser interesante.

 A media gala, 'Handia' ya había conseguido ocho de las 13 estatuillas por las que estaba nominada (actor revelación, vestuario, montaje, dirección de producción, dirección artística, fotografía, peluquería y efectos especiales) y 'Estiu 1993' , cuya pronunciación en catalán por parte del comentarista de TVE-1 hizo correr más de un tuit ingenioso, ya había logrado el Goya a la mejor dirección novel. Las otras tres candidatas empezaban a quedar como comparsas aunque aún no se libraban las batallas definitivas: solo el Goya al sonido de 'Verónica' y nada para 'El autor' y' La librerí'a.

 Hubo un momento de inflexión en este duelo en el que parecía convertirse la ceremonia y, por extensión, la evaluación (artística, comercial, industrial) de lo que fue el cine español de 2017. Ganó Bruna Cusi como actriz revelación por 'Estiu 1993', pero el premio al mejor guión original –el primer galardón fuerte por el que competían entre ellas directamente– cayó del lado de la historia del gigante vasco. Fue curiosa, acto seguido, la primera reflexión de Isabel Coixet al subir al escenario para recoger la estatuilla por el guión adaptado. Vino a decir algo así como "menos mal, ya pensaba que me iría de vacío". En esa frase había algo de aceptación y resignación: ella misma no se consideraba favorita para los premios que iban a dirimirse en la recta final.

Caray, y seguían cayendo laureles para 'Handia' (música) y 'Estiu 1993' (actor secundario), mientras 'El autor' arañaba la estatuilla por la actriz secundaria. Hacía años que no aparecía una polarización tan marcada. Pero todas las conjeturas pueden saltar por los aires, no por el triunfo de Javier Gutiérrez, Goya al mejor actor por 'El autor', quizás el más cantado de todos, ni el de  'Nathalie Poza' en calidad de mejor actriz por 'No sé decir adiós', igualmente esperado.

 El duelo en la cumbre quedó en nada: 'La librería' se llevó, contra toda lógica –es una opinión, por supuesto–, los premios a mejor directora y película. Ni la vasca ni la catalana, sino la hablada en inglés. Eso sí, en una gala contenida en temas políticos, fue J. A. Bayona de los pocos en decir algo en catalán (“i la guanyadora es…” cuando leyó el premio para Coixet) mientras todos los premiados vascos se explayaron en euskera. Es difícil, hoy, abstraerse de todo esto.

 Está bien nominar una película de terror como 'Verónica', pero no sé si tiene mucho sentido hacerlo para no reconocer finalmente ninguno de sus valores salvo el sonido.