CRÓNICA DE CONCIERTO
Jóhann Jóhannsson, escalofríos neoclásicos
El músico y compositor de cine islandés sacudió el Auditori en la presentación de su disco 'Orphée'
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
Juan Manuel Freire
Hace casi justo ocho años, el compositor islandés Jóhann Jóhannsson ofreció un concierto tirando a íntimo en Apolo, solo acompañado por la chelista Hildur Gudnadóttir. La noche del miércoles, día 31 de enero del 2018, convertido en estrella no solo de la clásica contemporánea, sino también de las bandas sonoras, Jóhannsson casi llenó un Auditori. Y frente a la disposición minimalista del 2010, en esta ocasión se trajo a todo un conjunto de cuerda y un músico multiusos, además de un magnetófono de bobina abierta convertido en actor secundario robaescenas.
El público guardaba silencio casi sacramental desde antes incluso de la llegada de los músicos a escena, cuando el único sonido que flotaba en el aire eran grabaciones de 'emisoras de números' de la Guerra Fría. En el arranque con 'A song for Europa', tema ya icónico de 'Orphée' (2016), las cuerdas sonaron con nitidez sobrecogedora, superpuestas sobre esa joven voz femenina lanzando secuencias numéricas en alemán. Sensación difícilmente descriptible, mezcla de embrujo y una melancolía profunda.
El papel del compositor en su propio espectáculo creció poco a poco: primero pareció un supervisor misterioso, pero poco después empezó a aportar detalles importantes, como ese latido abisal en 'De luce et umbra' y las pocas pero esenciales notas al piano de 'Sálfraedingur', momento más dinámico de la noche. Justo antes, 'A sparrow alighted upon our shoulder', había empapado el clima de una serenidad propia del folk oriental. A la altura de 'The drowned world', con esos arpegios cósmicos, el horizonte parecía más la electrónica experimental alemana de los últimos 60, primeros 70.
El margen de acción de Jóhannsson es amplio, con las breves melodías dolorosas como elemento aglutinante. La que recorre 'IBM 1401 processing unit' fue programada por su propio padre en un ordenador que, en realidad, no estaba hecho para hacer música. Y en 'Odi et amo', esta noche simplemente avasalladora, quien recita con pasión un poema de Catulo es un ordenador Mac.
Podríamos escribir largos ensayos sobre la nostalgia, la edad y la obsolescencia a partir de composiciones así. Y el propio músico gusta de aplicar capas conceptuales a sus proyectos. Pero al final la música de Jóhannsson es emoción pura, simple, directa. Cuando las cuerdas se retaron pacíficamente en el largo clímax de 'Fordlândia', empujadas por la rítmica digital de Jóhannsson, ningún miembro del público debía estar teorizando sobre nada. Los escalofríos no dejan pensar.
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