CRÍTICA DE CINE

'El pasajero': el género Neeson-Collet-Serra

En 'El pasajero', Liam Neeson y Jaume Collet-Serra vuelven a formar un tándem capaz de hacer buen y honesto cine comercial

Quim Casas

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Ya son cuatro las colaboraciones entre Jaume Collet-Serra y Liam Neeson. De hecho, el director catalán afincado en Estados Unidos ha hecho la mitad de su obra hasta el momento con el actor irlandés. Juntos han apuntalado un tipo de cine policíaco de acción con músculo y clarividencia, centrado en personajes encallecidos, aún activos, pero casi siempre apesadumbrados, enfrentados a peligros desbordantes y resueltos con la justa parafernalia del cine espectáculo. Podemos decir que Collet-Serra/Neeson son ya un género en sí mismo.

La última colaboración vuelve a ubicarse en un espacio inalterable, aunque en movimiento. En la segunda, 'Non stop (Sin escalas)', se trataba de un avión. En 'El pasajero' es un tren. Los decorados se mueven, vertiginosamente, en los cielos o sobre raíles, pero los personajes están confinados en un decorado que los oprime y que Collet-Serra filma siempre muy bien.

Neeson acaba de quedarse sin trabajo, no sabe de qué manera decírselo a su esposa y cómo pagar la universidad de su hija. En el tren de vuelta a casa, una mujer le ofrece una cuantiosa suma de dinero a cambio de averiguar la identidad de uno de los pasajeros. Duda, coge el dinero, quiere devolverlo... Pero ya es demasiado tarde, el complot se ha puesto en marcha y Neeson, bien guiado por Collet-Serra, excelente en el cuerpo a cuerpo en espacios reducidos (la pelea en uno de los vagones) o en los clímax de necesaria espectacularidad (el tren que corre desbocado y sin frenos), se enfrenta a un asunto que le supera. Buen y honesto cine comercial