NUEVA ETAPA

El MNAC realza la importancia de sus fondos de renacimiento y barroco

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Natàlia Farré

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"La gente se sorprende cuando decimos que tenemos obras de Velázquez, El Greco, Zurbarán, Tiepolo y Fragonard". Lo asegura Pepe Serra, director del Museu Nacional (MNAC). Así que será verdad. Y lo es, pero solo en parte: "Pasa en el entorno más cercano, pero no a nivel internacional, donde la colección de renacimiento y barroco es reconocida". No en vano las obras del centro que más salen en préstamo son las de estos periodos. Ahí están 'El charlatán' de Tiepolo, un óleo sobre el que pivotará, en verano, la exposición 'Casanova: the seduction of Europe', en el Museum of Fine Arts de Boston; y  'El retrato de Charles-Michel-Ange Challe' de Jean-Honoré Fragonard, que ha protagonizado recientemente una muestra del artista rococó en la National Gallery de Washington. Con todo, las más demandadas son 'San Pablo' de Diego Velázquez, y 'Naturaleza muerta de cacharros' y 'San Francisco de Asís según la visión del papa Nicolás V', ambas de  Francisco de Zurbarán.

Y en poner en valor el gran potencial artístico que conserva el centro del periodo que abarca desde el gótico hasta el modernismo ha centrado sus esfuerzos el MNAC estos últimos dos años. El resultado es una nueva presentación de los fondos de renacimiento y barroco en la que todo luce más, y en la que se busca mostrar al museo como algo vivo. "No solo hemos cambiando las piezas de sitio y los relatos sino que hemos cambiado la naturaleza del lugar y otras cuestiones sobre qué es un museo y para qué sirve". El objetivo: "Que sea un  espacio de participación, de uso, que la gente pueda venir repetidamente porque lo que se ofrece es una experiencia de valor añadido: de conocimiento, de disfrute, de sorpresa". Esto significa generar narrativas abiertas y críticas que interpelen al espectador desde el presente.

Adiós a los "infernales" pasillos

Para ello se han sacudido contenido y continente. Se ha acabado con los largos e "infernales" pasillos blancos (no había en el mundo otro museo con las paredes así pintadas en las colecciones de este periodo) y con las obras colgadas todas a la misma distancia por los que se circulaba en procesión: "Tenemos comprobado que los visitantes caminaban pero no se paraban". Ahora las paredes lucen azules o rojas, y se han creado salas más dinámicas que favorecen el ritmo y la experiencia de la visita.

El contenido también ha sufrido un gran meneo. Se ha huido del relato cronológico y canónico: "Si quisiéramos explicar la historia del renacimiento y el barroco con esta colección, lo que haríamos es dejar paredes en blanco". Así que se ha optado por dejar fluir el relato que emana de los propios fondos. Unos fondos que no salen de una colección de la realeza sino de la suma de muchas colecciones privadas y de las compras de la Junta dels Museus. Y que responde al gusto de los compradores, así que igual que hay varias piezas de Zurbarán, no hay ninguna de Murillo.

De manera que las 250 obras en exposición se agrupan por criterios temáticos siguiendo los tópicos visuales de la época: paisaje, retrato, bodegón, misticismo... Pero con una salvedad: en tres apartados se ha optado por la ordenación cronológica por su potencia: el renacimiento en Catalunya en el siglo XVI, un momento de gran esplendor con obras de Damià Forment Ayne Bru; el siglo de oro español, representado por Velázquez, Ribera, Ribalta y Zurbarán, y el barroco catalán con Antoni Viladomat y Francesc Pla 'el Vigatà'. 

Piezas restauradas y poco vistas

Hay también una importante novedad: el legado Cambó y el depósito Thyssen, que hasta la fecha se mostraban segregados, se han integrado en el relato. Ahora se ven mejor: desde el museo afirman haber redescubierto piezas como la "sensacional" ' La Virgen y el Niño con Santa Isabel y San Juanito' de Rubens que con la anterior distribución "pasaba desapercibida". Además, sigue siendo posible hacer un recorrido selectivo: la audioguía y la gráfica permiten ir en busca de las obras donadas por el mecenas catalán o por las del barón. Así como interesarse solo por algunos artistas. "Hay diferentes niveles de lectura que no compiten entre ellos. Son alternativos y complementarios".

Para la ocasión también se han sacado piezas de las reservas que llevaban años son ser vistas y se han restaurado, como 'El rey Wenceslao IV sentencia a San Juan de Nepomuceno' de Paolo de Matteis, que ha costado dos años de trabajo dejarla en condiciones, y el 'Ecce Homo' de Manuel Pereira, un escultor español de factura increíble pero poco conocido. También se ha firmado un comodato con la Fundación Amatller que cede dos importantes piezas de Bartolomé de Bermejo. Así, el recorrido lo abre el artista cordobés, gótico para unos y renacentista para otros, con cuatro tablas (dos son del MNAC) de un retablo por identificar. Las piezas de Bermejo subrayan la idea de continuidad y la ausencia de corte radical entre el mundo del gótico y el renacentista.

"Una perla" de colección

Con todos estos cambios se pone de relieve el valor de esta parte de la colección del museo que tenía un punto de hermano pobre fruto del contexto en que se crearon los fondos. Un momento en que en el imaginario popular mandaba la idea de un pasado medieval catalán esplendoroso, y dejaba el periodo del renacimiento y del barroco como menor. Pero es en realidad «una perla». Palabra de director. 

"El museo merece más recursos y más espacio", a juicio de Pepe Serra

"El museo merece más recursos y más espacio", afirma Pepe Serra. <strong>Tiene argumentos</strong> para pedirlo. Para la dotación sirve como ejemplo el presupuesto de la remodelación: 433.475 euros, un proyecto que en "realidad vale 1'5 millones". Para el problema de espacio hay muchas razones: la presentación actual empezó con una selección de 400 piezas y se ha quedado en la mitad. Pero es que las reservas están llenas, las exposiciones temporales se hacen en los almacenes y de las 80.000 obras que se conservan de obra gráfica solo se exponen 60 en una sala que se ha abierto aprovechando los cambios actuales. Hay más: "Tenemos problemas para aceptar depósitos de fotografía". Aquí hay motivos de espacio y de dinero. Los fondos de Pere Formiguera aún no se han tratado por falta de presupuesto, pero es que tampoco hay donde guardarlos. Lo mismo pasa con los de Manel Armengol y Eugeni Forcano, pendientes de ver cómo pueden ingresar. De momento, Serra afirma que el pabellón Victòria Eugènia será para el museo, algo que Joan Subirats, el nuevo comisionario de Cultura, dijo ayer que aún no estaba decidido. Sin él, el MNAC no podrá "desplegar todo su potencial", lamenta su director.