LA MAYOR EXPOSICIÓN SOBRE EL CREADOR AUSTRIACO

Adolf Loos, un rebelde en la rancia Viena del 1900

El Museu del Disseny recupera al revolucionario arquitecto que con su modernidad reivindicó los interiores de las casas como refugios de privacidad y confort

Una sala de la exposición 'Adolf Loos. Espacios privados', en el Museu del Disseny.

Una sala de la exposición 'Adolf Loos. Espacios privados', en el Museu del Disseny. / periodico

Anna Abella

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La arquitectura al servicio del cliente: el vienés Adolf Loos (1870-1933) tenía muy claro que el arquitecto no podía imponer su diseño, su gusto o su estética a sus clientes, es decir, a las personas que iban a vivir en los espacios que él creara porque, en definitiva, las casas debían ser el refugio para el mundo privado de sus habitantes y responder a su necesidad de confort. "Es necesario recuperar su figura porque hoy, en esta época de exhibicionismo público que vivimos, cada vez es más necesario preservar el espacio privado y la intimidad, y el diseño puede ayudar a ello", asegura Pilar Parcerisas, comisaria de la exposición 'Adolf Loos. Espacios privados'. Es la más completa hasta hoy sobre este pionero del Movimiento Moderno, que hasta el 25 de febrero acoge el Museu del Disseny de Barcelona, en coproducción con Obra Social la Caixa. 

Cita la comisaria a Stefan Zweig para definir lo que logró Loos y su generación en Viena: "A la arquitectura y el diseño se le había dado la vuelta de dentro a fuera como si fuera un calcetín". A ello contribuyó su compatriota y referente Otto Wagner (1841-1918), que concebía Viena como una "ciudad en crecimiento y movimiento" y marcó el punto de inflexión entre el clasicismo y la modernidad. 

Un rebelde en la rancia Viena del 1900

También fue importante en el arquitecto la influencia "del gran espíritu práctico de los estadounidenses en la vida cotidiana", entre 1893 y 1896, cuando vivió en Norteamérica, explica Parcerisas. Todo contribuyó a que Loos se alzara como un rebelde en la decadente y rancia Viena del 1900, que no se lo perdonó negándole encargos institucionales: cuestionó la Secesión vienesa, que basada en la ornamentación y en que el arte debía invadir la vida, "llenaba de objetos elitistas e inútiles que no se usaban los interiores de las casas burguesas" y, frente a ello, planteó una revolución estética dirigida por la sencillez y "criterios de racionalidad y de economía en la construcción arquitectónica y en el diseño". Así que sobre todo fue un arquitecto de interiores, a menudo con espacios concebidos en distintas alturas (precursores de los dúplex), definidos por el uso que se les da. Sus exteriores son simples y desnudos, definidos por los interiores, restando toda importancia a la fachada.

Unos 120 muebles, entre ellos 50 sillas y butacas, 13 lámparas, 21 mesas, escritorios, tocadores, librerías... pero también relojes, perchas o espejos creados por Loos -algunos fueron 'tuneados' por él, cambiando por ejemplo el tapizado-, se exponen tal como los pensó en su día Loos en composiciones que evocan salitas o despachos. En las paredes, el visitante observa además, desde fotografías a escala real, cómo eran estas estancias interiores de las casas que diseñó. 

Mueble inglés, egipcio y oriental

Con preferencia por el estilo Chippendale, las sillas Liberty, las butacas Biedermeier o los sofás Chesterfield, sorprende la posmodernidad y eclecticismo en la mezcla de estilos y piezas: las sillas que rodean las mesas o los sillones de un mismo espacio de charla son todos distintos. Y ahí se codea también un mueble inglés con otros de inspiración egipcia, turca u oriental. 

Encuentran hoy su réplica en numerosos diseños modernos respaldos, reposabrazos y asientos ergonómicos; protectores en las patas del mobiliario para no dañar suelos o alfombras; sobres de mesa tapizados o con baldosas; estanterías portátiles y giratorias; sencillas mesillas auxiliares en varios tamaños que se guardan una dentro de otra o se despliegan según necesidad; lámparas que son bombillas desnudas o a la vista... 

Espacios femeninos y masculinos

La muestra revela además cómo Loos trataba de forma singular los espacios considerados entonces femeninos –"íntimos y ligados a la sexualidad y la reproducción, como el dormitorio de su mujer, Lina, minimalista, en blancos y azules y cortinas envolviendo las paredes"- y los masculinos: un despacho o una biblioteca, de maderas oscuras. Son estancias que también se definen por la tacticidad de los materiales que ofrecen una “percepción sensorial: frío mármol, alfombra cálida, rugosidad del granitos, tapizados de tela, seda, cuero, terciopelo... Son espacios donde la persona que los habita puede crecer y desarrollarse”, señala Parcerisas.

Tras el conjunto de piezas, muchas procedentes de la colección Hummel y el museo Albertina de Viena, cierra la exposición, que después viajará a Caixaforum Madrid, una serie de espectaculares maquetas de proyectos no realizados, como el de un posmoderno rascacielos cual columna dórica en granito negro para Chicago -que no ganó el concurso- (en la foto) o la casa de la cantante Josephine Baker en París, con piscina interior y en mármol negro y blanco, que la artista no pudo pagar.