José Manuel Zapata, de tenor a "director de orquesta" y "monologuista"

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Jessica Martín.

El problema de la música clásica es su "mala imagen de marca": "La gente la asocia a unos señores vestidos de pingüinos", asegura el tenor José Manuel Zapata, que cogerá la batuta el domingo para dirigir a la Orquesta y Coro Nacionales (OCNE) en un "showncierto" que utiliza el humor para transmitir la música de Beethoven o Mozart.

Para Zapata (Granada, 1974), el humor es su forma de expresarse, su "lengua materna", y, por eso, puede pasar de cantante a director de orquesta en el Auditorio Nacional de Madrid o convertirse en una especie de "monologuista" que parodiará, explica en una entrevista con Efe, muchos clichés que acompañan a la música clásica.

"Es muy 'intelectualoide' y a mí me gustaría que llegase a mucha más gente, porque los auditorios están muy envejecidos", sostiene.

Para crear "Concierto para Zapata y orquesta", a caballo entre un "show" y un concierto, Zapata se ha inspirado en uno de sus referentes artísticos, el actor y músico norteamericano de origen polaco Danny Kay, conocido por su faceta como intérprete cómico de Hollywood durante las décadas de los 40, 50 y 60.

Sin ser director de orquesta, ese actor se puso al frente de algunas agrupaciones para unir humor y música, como ahora el tenor granadino, apoyado por un guion muy "gamberro" que ha ideado junto a Paco Mir, uno de los integrantes de la compañía teatral Tricicle.

Piezas de compositores como Beethoven, Verdi o Mozart interpretadas por la Orquesta Nacional de España serán protagonistas de numerosos gags con los que Zapata también quiere "burlarse" de escenas que son frecuentes en los conciertos: móviles que suenan o manos que arrugan el envoltorio de un caramelo, por ejemplo.

"Me pregunto cómo es posible que todo el mundo tosa al mismo tiempo, como si dos mil resfriados hubieran ido al Auditorio Nacional. Siempre he pensado que hay epidemias de tisis", bromea el cantante, que romperá con otro estereotipo al dirigir de cara al público y evitar, "por primera vez en la historia", que tengan que verle "el trasero" durante todo el recital.

Utilizar el humor como "vehículo" es "la mejor manera de dejarle a la gente en el corazón a muchos compositores" y mostrar de otra forma esa música a la que hay que quitarle el adjetivo de "clásica".

"Suena a viejo, a aburrido y no lo es porque nos quita mucho público. La música simplemente es buena o es mala", opina.

Como solución, lo que el tenor plantea es cambiar el "lenguaje", e insiste en que hacerla más accesible y cercana no significa hacerla simple, algo que demostró junto al compositor y guitarrista Juan Francisco Padilla -su "Mozart de Almería"- con un espectáculo que bautizaron como "From Bach to Radiohead".

"Cogimos un tema de Iron Maiden y lo tocamos con orquesta sinfónica, con nuestra máquina de escribir. El vídeo consiguió en Facebook treinta millones de visitas", afirma el cantante, convencido de que la música clásica o la ópera pueden llegar a todos, como lo hacen U2 o Serrat.

Romper con las barreras o introducir la comicidad no implica restar credibilidad o importancia a las obras, porque el humor, cree, es también algo "muy serio".

"Lo que ocurre es que no estamos acostumbrados. Al final, nosotros venimos de un lugar que se llama conservatorio, que suena al sitio al que ponen los muertos para que no se estropeen, mientras que la gente que va a la universidad se vuelve universal", ironiza el artista, que desde esta noche interpreta en el Teatro Real a Benoit en "La Boheme".