CRÓNICA DE MÚSICA
Little Steven, casi tres horas de evasión ilustrada
El guitarrista de la E Street Band recuperó su propia historia y la del rock en una generosa actuación en Razzmatazz

Concierto de Litte Steven y The Disciples of Soul en la Sala Razzmatazz. /
Lo de cumplir el expediente no va con Steven Van Zandt, el hombre conocido, sobre todo, como mano derecha de Bruce Springsteen en la E Street Band. En su presentación en sala de 'Soulfire', el primer disco que graba como Little Steven en casi dos décadas, quiso quemar todas sus energías y dejar al público exhausto. Exhausto, pero feliz: fueron dos horas y tres cuartos de evasión.
Mientras durase el 'show', avisaba Van Zandt poco después de arrancar, había que olvidarse de la política; algo que, según contó, preocupa más a los estadounidenses ahora que en los años 80, cuando todo el mundo parecía absorbido por la avaricia monetaria de Reagan.
Los asistentes hicieron caso a las instrucciones y recibieron con calidez el desfile de clásicos propios (grabados a su nombre o compuestos para otros, en particular Southside Johnny) y ajenos. No era difícil dejarse llevar por la vibrante calidez de Steven y sus Disciples Of Soul, 15 personas en total sobre el escenario, incluyendo sección de metales, percusión, tres coristas… Ahí arriba no dejaban de pasar cosas. Los músicos al fondo podían saltar a primer plano para marcarse un breve solo juguetón. Las coristas no repetían baile en ninguna canción. Las sonrisas eran de verdad.
Clase maestra de música popular
Lo divertido no excluye lo formativo, y la actuación se reveló más pronto que tarde como una especie de clase maestra de música popular. Para empezar, el repertorio no pudo ser más educativo. Steven reivindicó a Tom Petty ('Even the losers'), exploró sonoridades blues ('The blues is my business', de Etta James) y doo-wop ('The city weeps tonight'), y recordó sin cesar el poder del R&B y soul primigenios, esencia de su banda. Hubo también un guiño abrasivo a la época 'blaxploitation' (el tema principal de 'El padrino de Harlem', obra de James Brown); y, sin salir del cine, un homenaje a Ennio Morricone con las guitarras wéstern de 'Standing in the line of fire', grabada originalmente por Gary 'U.S.' Bonds.
Subrayando el afán pedagógico, Van Zandt podía lanzarse a dar lecciones verbales sobre lo que estábamos escuchando: antes de 'The city weeps tonight' recordó el papel del disc jockey blanco Alan Freed en la divulgación de la música afroamericana. Algunos pasaban del profe, lo que daba un poco de pena. Pero, claro, Steven había prometido evasión (en realidad, evasión ilustrada).
Sea como sea, el maestro pareció no advertir ese pasotismo. Su buen humor no decayó y, de hecho, incluso mejoró en la recta final: asaltos entusiastas a 'Ride the night away' (grabada por Jimmy Barnes), 'Bitter fruit' o, ya en el bis, 'Merry Christmas (I don't want to fight tonight)', ese famoso villancico de los Ramones que aboga por dejar de romper corazones durante unos días.
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