CONCIERTO DE UN FENÓMENO POPULAR

La M. O. D. A., el poder de la gente

La Maravillosa Orquesta del Alcohol funde fiesta, introspección y carga política en 'Salvavida (de las balas perdidas)', el disco que presenta en Apolo

La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M. O. D. A.)

La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M. O. D. A.)

Jordi Bianciotto

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Cuando publicó su primer disco, hace cuatro años, La Maravillosa Orquesta del Alcohol advertía en este diario de que deseaba “huir de la orquesta de pachanga o verbenera”, y su nuevo trabajo, el tercero, ‘Salvavida (de las balas perdidas)’, lo confirma. Un disco en el que la fibra folk festiva sigue ahí, pero contrastada con canciones más introspectivas y oscuras, lo cual no ha supuesto ningún obstáculo en sus planes de dominación mundial: el grupo de Burgos actúa este sábado en Apolo con las entradas agotadas desde hace semanas.

A medida que sus cánticos folk con vigor punk ceden parte del espacio a la narrativa dolida y las atmósferas recogidas, La M. O. D. A. acumula más y más seguidores. “El crecimiento ha sido a nuestro ritmo, bajo nuestras premisas y sin hacer concesiones”, celebra David Ruiz, cantante y guitarrista. “Si solo hiciéramos canciones como ‘Nómadas’ sería todo facilito, pero aunque siempre tenemos presente al público tratamos de aislarnos y hacer lo que nos sale del corazón”.

Nuevos caminos

Esa audiencia les da el visto bueno, quizá porque los caminos de la sintonía popular están menos pautados de lo que a veces parece. “Se está demostrando que no hay un aro por el que pasar. Bandas como Morgan, Depedro o Guadalupe Plata están yendo a su ritmo sin necesidad de grandes despliegues comerciales y sin marcas detrás. Eso te da esperanza”, razona Ruiz. En su caso, destaca la importancia de su trabajo anterior, ‘La primavera del invierno’. “No era un disco fácil, a la gente le chocó, pero preparó el terreno”.

Ahora, con canciones como ‘Océanos’ o ‘Héroes del sábado’ parecen querer reconfortar al oyente en un mundo hostil. “Pretendemos que quien haya escuchado el disco se sienta un poco mejor. Concebimos la música para aliviar los males y sentir que no estás solo en el mundo”, reflexiona Ruiz. En un plano acusatorio tenemos ‘Himno nacional’, canción de estructura serpenteante y carga política, que invita a tener siempre presentes “las voces de la gente”.

El disco ha sido grabado en Catalunya, entre Sant Feliu de Guíxols y Vilafranca del Penedés, con Santi García, productor fetiche de la escena hardcore, que ha encontrado el punto de confluencia entre las esencias acústicas de la banda y “la rabia y la crudeza de los sonidos con los que él ha trabajado siempre”. Así han logrado un “equilibrio interesante”, estima Ruiz, entre “las canciones con estribillos coreables, como ‘Mil demonios’ y ‘La vieja banda’, y esas otras en las que hemos salido un poco de los márgenes”.

Más allá de la pasión celta

En la base de su sonido, Irlanda y el mundo celta siguen ocupando un espacio central, aunque han abierto “ventanas a los Balcanes y a la canción francesa, italiana o portuguesa” que se aprecian en el disco. Ruiz ve “un modelo de carrera” en PJ Harvey, cuyas últimas obras, salvando distancias, tocan puertos identificables con su solemnidad folk y sus textos políticos. Pero La M. O. D. A. siempre ha sido abierta de miras. “Somos ese grupo que ha hecho versiones de Silvio Rodríguez y de Eskorbuto”.

Orgullosos de su nuevo material, lo tocarán en su integridad en Apolo en un concierto de “dos horas con 28 canciones”, anuncia David Ruiz. Y aunque el nombre del grupo quizá sugiera unas ligerezas que quizá ya no se correspondan del todo con su propuesta, él quita hierro a la cuestión. “El nombre nos sigue gustando: representa el espíritu de los primeros días, del grupo de amigos reunidos en torno a la música y al pub, con esa influencia irlandesa, combatiendo la tristeza y la oscuridad”.