JAZZ

Robert Glasper, el alquimista

El trío del pianista de Texas fundió jazz, hip hop y soul en el Jamboree

Robert Glasper en Jamboree.

Robert Glasper en Jamboree. / Ferran Sendra

Roger Roca

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Para calentar el ambiente antes de que la estrella aparezca, el DJ pincha algo de Aretha Franklin, luego una versión de Sly & The Family Stone. La liturgia es la de un concierto de hip hop aunque quien sube al escenario del Jamboree el viernes sea un pianista. Pero si hay un músico de jazz con galones en el hip hop es Robert Glasper. No es el primero ni el último en intentarlo, pero probablemente es quien más cerca está de esa alquimia de músicas negras que sobre el papel parecería tan natural y que tan impostada resulta en la mayoría de los casos.

Glasper, colaborador de estrellas como Kendrick Lamar y ganador de 3 Grammy, tiene hechuras de rapero hasta en el caminar. Se sienta con parsimonia tras el piano, presenta a su trío y pregunta si a alguien le gusta Prince. Al público que llena el Jamboree, hoy despejado de sillas, le gusta Prince y le gusta la versión que Robert Glasper hace de su clásico 'Sign o’ the times'. Una versión limpia, sin florituras, en la que lo importante es el caminar que consiguen Glasper, el contrabajista Vicente Archer y el batería Damion Reid.

¿Dónde empiezan el soul, el jazz y el hip hop?

El DJ, en un respetuoso segundo plano, espera su turno para disparar la voz de Erykah Badu cantando 'Afro blue', una pieza que hizo famosa John Coltrane. Y la madeja ya está enredada. A partir de aquí será imposible asegurar dónde empieza el soul, dónde acaba el jazz y cuándo entra el hip hop. Glasper toca la melodía de un clásico del jazz, 'Stella by starlight', como si la escribiera en morse, sincopada y rota. La batería le sigue como una caja de ritmos dislocada y los ojos del público se clavan asombrados en las escobillas de Damion Reid, que se mueven a una velocidad diabólica, como si allí no hubiera dos manos sino dos artilugios mecánicos.

El rastro de la melodía de los dibujos de Snoopy, un amago de otro clásico del jazz, 'Body & Soul', la sala hipnotizada y el trío que toca como si para trenzar ese 'groove' hipnótico no hicieran ningún esfuerzo. El contrabajista le hace un gesto a Glasper. “¿Qué? ¿Nirvana?”. Vale. Y suena, majestuoso, sobre un ritmo lento y arrastrado, el himno del rock de los años 90, 'Smells like teen spirit', y en la pista se contonean torsos y cabezas. Glasper ha encontrado su piedra filosofal.