CRÓNICA

Holy Holy, en nombre de Bowie

Tony Visconti y Woody Woodmansey, viejos colaboradores del desaparecido cantante británico, le evocaron en un sentido recorrido por sus clásicos en la sala Barts

Concierto de Holy Holy en la sala Barts

Concierto de Holy Holy en la sala Barts / periodico

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Entre todos los homenajes a David Bowie que, tras su muerte en enero del 2016, han proliferado por el mundo, el de Holy Holy se distingue por lucir cierto pedigrí: al frente se sitúan sendos viejos colaboradores del cantante, el batería Woody Woodmansey y el productor Tony Visconti. Copartícipes en su día de algunas de sus grabaciones esenciales, pasean un repertorio idolatrado con conocimiento y alimentan el culto en conciertos vitalistas como el que ofrecieron este viernes en Barts, dentro del Festival de Jazz de Barcelona.

Para ser justos, hay que decir que Holy Holy no se creó como reacción más o menos oportunista a la muerte de Bowie sino que comenzó a andar dos años antes. En el 2014 publicó un disco en directo basado en la interpretación íntegra del álbum ‘The man who sold the world’ (1970), con invitados como Marc Almond y Gary Kemp (Spandau Ballet). En Barcelona, el guión cambió y se centró en el repaso a las 11 canciones de una obra más popular, ‘The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars’ (1972).

El mesías glam

Visconti se muestra feliz recuperando la plaza de bajista que llegó a tener en los seminales Spiders from Mars (cuando se llamaban The Hype) mientras que el rol más difícil, el de cantante, lo asume Glenn Gregory, del grupo de synth-pop Heaven 17, que está dotado de un registro vocal cercano al de Bowie setentero. Con él al frente, Holy Holy viajó desde el dramático ‘crescendo’ de ‘Five years’ hasta el clímax de ‘Rock’n’roll suicide’ recorriendo con fidelidad la peripecia del mesías glam extraterrestre que se convierte en estrella del rock con el fallido objetivo de salvar a la humanidad.

Las canciones se alzaron con su diversidad de patrones, sus guitarras peleonas (una de ellas manejada por James Stevenson, excomponente del grupo punk Generation X) y su sugerente melodrama. Ahí hay que hablar de Jessica Lee Morgan, hija de Visconti, voz sentida de ‘Lady Stardust’ y a cargo del saxo que, sin florituras, en un segundo plano, añadió un plus de urgencia a piezas como ‘Suffragette city’.

La especialidad de Holy Holy es el período 1969-73 de Bowie y, completado el álbum, la fiesta siguió con un ‘medley’ en torno a ‘All the young dudes’ y más clásicos de aquellos años de tránsito entre la fantasía pop, el hard rock teatral y el cabaret glam: ‘Life on Mars’, ‘The superman’, ‘Time’… Y como cierre, una incursión en otra era, la berlinesa, con ‘Heroes’, evocación última de una figura que seguirá inspirando homenajes ‘ad eternum’ pasando por alto que fue quien fue porque, entre otras cosas, siempre prefirió la creación a la recreación.