NOVELA

La cocina y la vida

Carme Martí recupera la historia de su abuela, cocinera para la burguesía, los soldados republicanos y una fonda, en `El camí de les aigües¿

El servicio de las cocinas del balneario Vi.la Engràcia, en L'Espluga de Francolí.

El servicio de las cocinas del balneario Vi.la Engràcia, en L'Espluga de Francolí. / Arxiu Fotogràfic del Museu de la Vida Rural. Fondo María José Roca Vignote

Ernest Alós

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Carme Martí, que ya noveló en ‘Un cel de plom’ la biografía de la superviviente de los campos nazis Neus Català, ha vuelto a basarse en una vida real en su siguiente novela, ‘El camí de les Aigües’ (Amsterdam). En este caso la de su abuela, Maria Badia, de quien recogió sus memorias, las de una vida que puede ser el paradigma de tantas jóvenes de origen rural de principios del siglo XX: la de una niña que pasa a servir en casas de familias acomodadas, sigue una formación como cocinera en la escuela fundada por Francesca Bonnemaison, sufre la guerra civil y debe acomodarse a una situación difícil en la posguerra.

El libro recuerda la escuela de Josep Rondissoni en el Institut de la Dona, que conformó la cocina burguesa de la Barcelona del siglo XXe

En ‘El camí de les aigües’ se cruzan dos líneas temporales: un personaje contemporáneo, una profesora con problemas emocionales que visita a su abuela y le lee en voz alta un libro sobre la vida de una cocinera nacida en L’Espluga de Francolí, y la reconstrucción de la vida de la cocinera Maria Badia a lo largo del siglo XX, salpicada de los platos de su cuaderno de recetas. “Un camino lleno de dificultades pero vivido con una cierta alegría”, explica Carme Martí.

Su abuela pasó a hacer de niñera en les Masies, junto a Poblet, para pasar a servir después en Reus y finalmente en Barcelona. Sus condiciones de vida mejoran cuando allí pasa a trabajar en la casa del gerente local de la compañía Zúrich, y sigue una formación como cocinera con el maestro Rondissoni. “Nació en una casa donde había una cama para los niños y otra para las niñas, y ahora tenía su propia habitación”, explica Martí. Su sueño acaba con la guerra; sirve como cocinera en el Hospital de Sangre instalado en L’Espluga de Francolí para atender a las víctimas de la batalla del Ebro, está presente en la despedida de las brigadas internacionales en Vil.la Engràcia, el actual albergue Jaume I, y tras la guerra debe pasar a hacer de cocinera de fonda.

Josep Rondissoni, cocinero discípulo de Escoffier, fue entre 1914 y 1921 chef de establecimientos como el Círculo del Liceu, el Hotel Majestic y el Casino de l’Arrabassada, y entre 1921 y 1937 dio clases de cocina en el Institut de Cultura i Biblioteca Popular de la Dona, la institución vinculada a la Mancomunitat que pervive actualmente en el Centre de Cultura de les Dones y la Biblioteca Francesca Bonnemaison. Allí acudían tanto amas de casa de condición acomodada como su servicio doméstico. Los recetarios de Rondissoni conformaron la cocina burguesa barcelonesa, tanto la de fiesta como la cocina económica del día a día, en una síntesis de la cocina francesa, italiana y local con platos que han acabado conviertiéndose en tradicionales, como los propios canelones. Esta semana, Ara Llibres publica un segundo título que completa el trabajo de Carme Martí desde la ficción: ‘El llegat de Rondissoni. Història i receptes del xef mes influent de la Catalunya del segle XX’, de Manuel Guirado.

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