literatura

Historia de un asesinato y algo más

El historiador francés Ivan Jablonka publica 'Laëtitia o el fin de los hombres', una reflexión sobre la responsabilidad social respecto a las mujeres

El escritor Ivan Jablonka en la sede del Instituto Francés de Barcelona.

El escritor Ivan Jablonka en la sede del Instituto Francés de Barcelona. / periodico

Elena Hevia

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La crónica del asesinato y descuartizamiento de una joven que en el 2011 conmocionó a Francia, lo que en términos más locales podría equipararse al caso de Marta del Castillo, podría parecer, quizá precipitadamente, el objeto de 'Laëtitia o el fin de los hombres' (Anagrama, en castellano en coedición con el sello argentino Libros del Zorzal, además de en catalán). Este libro inclasificable en la estela de 'El adversario' de Emmanuel Carrère o 'A sangre fría' de Truman Capote, ha sido escrito por Ivan Jablonka (París, 1973), un historiador francés que no le teme a la literatura, aunque reivindique una forma de trabajar en la frontera de los géneros con las armas de la biografía, la investigación histórica, las ciencias sociales, el texto memorialístico o la novela policiaca. De hecho, ya utilizó ese mestizaje en un libro anterior, 'Historia de los abuelos que no tuve' (editado solo en Argentina), en el que sigue el rastro de sus abuelos, judíos asesinados durante la segunda guerra mundial.

¿Por qué el libro no es una crónica al uso? Porque Jablonka, intelectual parisino de ancestros judíos, quería hacer una biografía de la víctima, Laëtitia Perrais, explicar quién era esta joven de 18 años, surgida de un ambiente miserable, hija de un hombre que violó a su madre que acabó en una familia de acogida junto a su hermana melliza donde también hubo violencia sexual y finalmente fue asesinada por un hombre al que apenas conocía con el que accedió a ligar. Porque antes de que el libro saliera al mercado, y cosechara premios (Le Monde, Médicis y Prix de Prix) y lectores, Laëtitita no tenía entrada en internet y sí su asesino. "Ella solo había servido para que él pudiera expresar su delito criminal. Yo me he rebelado contra eso".

Responsabilidad social

Jablonka tiene una intención más amplia y profunda que la de señalar meramente al criminal. Su libro, entre muchas cosas, explora un marco social: "He querido demostrar que vivimos en un mundo en el que las mujeres son insultadas, golpeadas y violadas, y eso como historiador y como sociólogo me interesa". De ahí que el  autor se pregunte por qué Laëtitia no receló del hombre que la obligo verbalmente  a acudir a la cita fatal. "Lo hizo porque durante toda su vida se rodeó de hombres de ese tipo, que la consideraron siempre una víctima sexual o alguien a quien se puede hacer daño. Cuando conoció a su vecino no le pareció peor que los demás".

"Laëtitia no receló de su  asesino, que la obligó a acudir a la cita fatal, porque durante toda su vida se rodeó de hombres que la consideraban una víctima"

Pero hay más. El autor eligió este crimen porque se convirtió en un asunto de Estado. "Provocó una especie de locura en la que se involucraron el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, y los medios de comunicación absolutamente volcados en la noticia, además de una huelga de jueces". Sostiene Jablonka que fue precisamente el expresidente el que 'inventó' el caso Laëtitita: "Coincidió con sus intereses políticos, le permitía atacar a los jueces y exigir un endurecimiento de las leyes. Un simple suceso le permitió  instrumentalizar el miedo de todo el país".

En primera persona

Hubo una especial conjunción en el encuentro exitoso del libro con los lectores. Por una parte el autor es padre de tres hijas y estudioso de la historia de las mujeres en el siglo XX; como historiador forma parte de ese 1% de investigadores masculinos que estudian ese tema. Por otra, apareció en un momento pertinente. "Porque en el debate social actual la violencia contra la mujer se considera insoportable, y no siempre fue así. El libro habla también de cómo se sitúan los hombres frente a este problema, se interroga sobre la masculinidad".

Pese a la buena acogida general, el autor no fue unánimemente reconocido entre sus colegas historiadores. "Como historiador no escribo de una forma al uso. Sentí una responsabilidad hacia Laëtitita como la sentí frente a mis abuelos. Muchos historiadores temen a la primera persona del singular porque estropea la objetividad y yo creo que es justamente lo contrario. Yo soy un hombre y Laëtitita sufrió por culpa de los hombres". Y en la responsabilidad es donde precisamente pone el acento: "Yo escribo libros sobre cosas ciertas y públicas. Esto puede parecer trivial pero creo que hoy más que nunca, con el auge de las mentiras, el lenguaje de las empresas y de los políticos, la publicidad, las noticias falsas y los bulos que circulan en internet, se hace necesario producir conocimientos ciertos".