MUESTRA INTERNACIONAL EN LAS DRASSANES

Una exposición para jugar con tronos

El vestuario, armas y atrezzo de la serie 'Juego de Tronos' llena el Museu Martítim de Barcelona en un montaje pensado para llenar el móvil de selfies

Exposición sobre Juego de Tronos en las Drassanes.

Exposición sobre Juego de Tronos en las Drassanes. / periodico

Ernest Alós

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Los almacenes de atrezzo y vestuario de ‘Juego de Tronos’ deben de haber quedado medio vacíos para trasladar vestidos, armas, coronas y hasta la silla preferida para desollar prisioneros y amputar genitales de Ramsay Bolton a las Drassanes, donde este sábado se inaugura la mayor exposición oficial sobre la serie (sobre la serie, hay que precisar) hasta la fecha. Un montaje apadrinado por la cadena HBO que se podrá ver en Barcelona hasta el 7 de enero y que después empezará una gira internacional. Por supuesto, hay una réplica del Trono de Hierro para hacerse fotos sentado en él, pero los recursos para jugar con otros objetos y sobre todo para que los fans salgan de las antiguas atarazanas reales con el teléfono cargado de selfies espada en mano son bastantes más.

‘Experimenta el arte del Mundo de Westeros’, anuncia la exposición. Y ese es el centro de interés de la propuesta. Los objetos utilizados en la serie, expuestos a medio camino entre la panoplia de armas de un museo militar, la exposición de maniquís con trajes de un museo de la indumentaria, la explicación del mundo creado por George R. R. Martin dinastía a dinastía y escenario a escenario (en un itinerario que pasa por el Camino Real, Desembarco del Rey, las distintas casas de Poniente, la habitación de los Targaryen, la Casa de Blanco y Negro, templo del Dios de las Muchas Caras, el Muro, y más allá, y la sala del trono; aunque esta faceta expositiva quizá es lo de menos) o las atracciones de un moderno parque temático.

En este caso, sobre todo, adaptadas más a la combinación de mitomanía más móvil que a la acción: la exposición ofrece la posibilidad de posar espada en mano reproduciendo varias escenas de la serie (Ned Stark meditando antes de decapitar a un desertor, Jon Snow enfrentándose a solas a una carga de caballería, Arya Stark en pose de esgrima...), de incorporar la cara del visitante a los nichos del dios de las múltiples caras (de forma fotogràfica, claro) o simular que se escala el Muro como un salvaje alpinista. Y al final, claro, una gran tienda llena de ‘merchandising’ fino.

¿Para cuánto dan 1.000 metros cuadrados de exposición? De entrada, para que exponer los trajes de prácticamente todos los personajes de la serie. Y los objetos más insospechados, desde las piedras pintadas que cubrían los ojos del cadàver de Twyn Lannister hasta el cervatillo tallado por Sir Davos para la infortunada Shirreen Baratheon. Y las armas blancas de todos los personajes que decapitan, apuñalan o parten caras. ¿El aire es de cartón piedra? La verdad es que vestuario y armaduras, sedas recamadas y andrajos de salvajes y guardias de la noche (sean o no sus capas alfrombras de Ikea) resultan mucho más que resultones vistos en directo. Los objetos, como el trono de hierro/resina, no tanto. ¿Y las espadas? Depende. En las cartelas de cada una de las espadas (las de Jon Snow, de Ned Stark, de Arya Stark, del Sabueso, de Jamie Lannister, de Joffrey Baratheon, todas, en general) descubrimos uno de los trucos de la producción. Las hay más realistas, de acero bueno, para lucirlas. Otras, especiales para las escenas de acción con especialistas. Y aún otras, más ligeras, para escenas de acrobacia, no sea que hagas una voltereta y acabes con el acero valirio metido donde no toca.

El editor de la serie de ‘Juego de Tronos’ en España, Alejo Cuervo, fue ayer uno de los primeros visitantes. “El disfrute de las visitas será proporcional a las ganas de hacerse fotos de los visitantes, y los cosplayers se pondrán ‘malos’; está diseñadopara ellos. A parte de esto, les reprocho la pretensión de museo”, opina Cuervo.  

En cada uno de los espacios de la exposición, una pantalla reproduce las escenas de la serie en las que aparecen los objetos mostrados en la sala. Una forma de certificar su autenticidad, aunque vale la pena detenerse ante ellas también para refrescar los recuerdos de las siete temporadas emitidas hasta ahora y para hacer que el tiempo de visita a la exposición cunda más (y compense el precio de la entrada, de 10 a 12 euros para los niños de 3 a 14 años y de 15,50 a 18,50 euros para los adultos). Hay audioguías con comentarios de los productores y los diseñadores de atrezzo, vestuario y armas para ampliar aún más la experiencia.

Según el director de la empresa de producción de espectáculos Sold Out, Rafael Giménez, responsable local de la muestra junto con la francesa Encore y la norteamericana GSE Events, se han vendido de forma anticipada 20.000 entradas. La empresa ha programado en Barcelona las exposiciones ‘David Bowie is’ en el Disseny Hub y ‘Björk Digital’ en el CCCB, y mantiene en paralelo a la muestra sobre ‘Juego de Tronos’ en Barcelona otra dedicada al mundo de Harry Potter en Madrid.

Dos fans de Masie Williams

La inauguración de la exposición ‘Game of Thrones. The toutring exhibition’ contó con la presencia de dos personajes con poco futuro en la temporada que le queda a la serie. El norirlandés <strong>Ian Beattie</strong> (el guardia real <strong>Meryn Trant</strong>), exultante porque la suya fue la muerte individual que tuvo el presupuesto más alto de la serie, y el alemán <strong>Tom Wlaschiha</strong> (<strong>Jaqen H’ghar</strong>). Aunque, como más que un personaje es una cara, vaya a saber si alguien la utiliza. Ambos se mostraron encantados con el escenario del Museu Marítim, digno de aparecer en la serie, ambos han visitado numerosas veces Barcelona (Ian Beattie guarda un recuerdo especial de una noche "maravillosa" de 1999... el 2-1 del Manchester United al Bayern en la final de la Champions del Camp Nou) y ambos rehuyeron pronunciarse sobre el problema catalán por no considerarse informados. Aunque Beattie recordó que era norirlandés y que pensaba seguir volviendo a Catalunya y Wlaschiha, que como alemán oriental que creció al otro lado del Muro prefiere cuantas menos fronteras mejor.