ENTREVISTA

Belén Gopegui: "Escribir es interesarse por cómo funciona el mundo"

La autora madrileña publica 'Quédate este día y esta noche conmigo' una novela de ideas

La escritora madrileña Belén Gopegui, en su visita a Barcelona.

La escritora madrileña Belén Gopegui, en su visita a Barcelona. / periodico

Elena Hevia

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Para la escritora Belén Gopegui (Madrid, 1963), que ha firmado algunas de las novelas con mayor implicación social de la última narrativa española, no hay mucha diferencia entre las ideas y la acción. De ahí que 'Quédate este día y esta noche conmigo' (Random House), su último trabajo se sustente en un entramado de reflexiones entre dos personajes muy distintos, Olga, una matemática sesentona, y Mateo, un veinteañero fascinado por la robótica, empeñados ambos en buscar respuestas a las relaciones humanas.

Quién busque una trama en su novela se va a decepcionar. En general, las acciones, como asesinatos, traiciones o pederastía, por poner un ejemplo, están tan codificadas que nada tienen que ver con nuestra vida cotidiana. Las acciones de nuestro día a día tienen mucho más ver con hablar, discutir y llegar a conclusiones. Creo que las novelas están también para tratar lo que nos preocupa.

¿Y la discusión, el tema de fondo cual sería?  ¿Quizá de qué manera somos humanos? Me gusta esa forma de decirlo, sí. En realidad, para mí el tema siempre es el mismo: ¿Por qué vivir y para qué hacerlo? ¿Cómo producir sentido en nuestras vidas que no tienen en sí sentido? Mis personajes tratan de encontrar eso.

Los protagonistas son una pareja atípica. Ella funciona como maestra del joven, aunque este también le da algunas lecciones.  Este tipo de parejas no son muy comunes en la literatura. Los he elegido así precisamente porque es un tipo de relación que no encuentro en los libros, pero también por una cuestión deliberada. Quiero que las mujeres de mis novelas aparezcan en ellas por su inteligencia y no porque las violaron de niñas o tengan una situación de dependencia histérico-amorosa. También he querido homenajear a tantas mujeres mayores de las que he aprendido mucho.

El libro está dedicado a Carmen Martín Gaite. Sí, eso es explícito pero también he pensado en otras.

Una mujer mayor tiene también una relación mucho menos tiránica en relación a su cuerpo. Las relaciones con nuestros cuerpos, seamos hombres o mujeres, también tienen que ver con nuestro carácter. Yo soy una persona bastante introvertida y eso afectado a mi relación con mi cuerpo. Imagino que a un hombre le pasa algo parecido. Pero también es verdad que a medida que cumplimos años las mujeres nos sentimos menos presionadas respecto a nuestro cuerpo, que en la juventud nos ocupa demasiado. Hacerte mayor es una forma estupenda de recuperar el tiempo.

El libro incluye un agradecimiento a su padre, el astrofísico Luis Ruiz de Gopegui, y a su madre, Margarita Durán, cofundadora de Amnistía Internacional. Quería darles las gracias a los dos, aunque mi madre murió hace dos años, porque muchos de los debates que recojo los han tenido ellos.

La novela plantea la absurda brecha que normalmente separa la ciencia de las humanidades. Inevitablemente, la relación con mi padre ha influido en mi interés por la ciencia. Yo he tenido la suerte de tenerle cerca para que desde pequeña respondiera a mis preguntas. Creo que escribir es interesarse por cómo funciona el mundo y para eso necesitamos el saber científico. Pero también hay respuestas que a un científico solo puede darle la filosofía.

Lo más original de su novela es que no se preocupa tanto de la humanidad de los robots –un tema que transita en '2001' o en 'Blade Runner', entre tantas historias, sino en la robotización de los humanos, contemplada no necesariamente como algo negativo. Me gusta que lo vea así. Ha habido lecturas de mi novela que hablan del humanismo frente a la tecnología y no era mi intención. Para mí la cuestión no es si estamos más robotizados, si somos más máquinas, sino más bien por qué actuamos. Se puede ser muy humano porque te dejas llevar por las pasiones y acabar matando a tu esposa por celos. No tengo ninguna querencia especial por la esencia de lo humano, ni siquiera tengo muy clara que sea buena. Bienvenida sea la evolución a mejor de los materiales de los que estamos hechos.

Sería algo así como manipular nuestros algoritmos para enriquecernos. Sí, en el fondo es eso. Madurar es manipular tus propios algoritmos. (Ríe)

Normalmente sus novelas están muy apegadas a la realidad. ¿Por qué esta novela tan filósofica en un momento como este? Seguramente después de investigar narrativamente procesos más colectivos, me he interesado por colocarlos en un contexto más amplio. Somos seres políticos pero también mortales. Esto se olvida cuando estás metido en la cadena de acciones y es normal. Está claro que no vamos a estar todo el rato pensando que nos vamos a morir. Pero quería hablar de dos personajes que tuvieran esto muy presente. 

La urgencia de los actuales procesos políticos, el pulso entre Catalunya y España, la forma en que este desencuentro está despertando a la bestia franquista... ¿Todo esto podría formar parte de una próxima novela de Belén Gopegui? ¿De qué manera? Imagino que volvería sobre la historia de una izquierda que no consiguió -y tenemos que preguntarnos por qué- lograr tener la suficiente fuerza como para no verse obligada a renunciar, durante la Transición, a la discusión de la forma de Estado y del derecho a la autodeterminación.

¿Y con respecto a la actualidad? Todavía hoy, la izquierda apenas si consigue intervenir en un horizonte en el que las elecciones vitales se van cerrando cada vez más y en el cual la victoria del relato se convierte en algo más sencillo de alcanzar que la victoria del argumento. No estoy de acuerdo con los columnistas que ahora se quejan de que el tema de Catalunya impide hablar de lo mal que están la sanidad o la educación o las condiciones de trabajo, y olvidan que durante años se consintió con esa degradación, sin que el tema catalán interfiriera. Así pues, trataría de pensar cómo hacer que lo que está sucediendo no conculque ningún derecho, revierta en una mayor igualdad, y no se lleve por delante las vidas, en especial las de quienes no tienen un colchón patrimonial con que protegerse.