NUEVA NOVELA

Combativa Arundhati Roy

La escritora india regresa a la ficción con 'El ministerio de la felicidad suprema', veinte años después de 'El dios de las pequeñas cosas'

Arundhati Roy en su visita al CCCB.

Arundhati Roy en su visita al CCCB. / periodico

Elena Hevia / Barcelona

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Hacía tantos años, veinte, que Arundhati Roy (Shillong, India, 1961) no escribía ficción que casi se nos había olvidado que era novelista. En estas dos décadas la escritora india se ha convertido en una activista contra la degradación mediambiental, la corrupción del gobierno de su país o la negación de los derechos de independencia de Cachemira. Una voz crítica, más intensa que profunda para algunos que la tachan de simplificar los discursos políticos, que se alza con fuerza contra las injusticias globales.

Daba la sensación de que su debut 'El dios de las pequeñas cosas', una hábil mezcla de Dickens y realismo mágico, que ganó el Booker y vendió 8 millones de ejemplares, iba a quedar como su única contribución a la ficción. Pero no. Ha tardado, pero con su nueva novela, 'El ministerio de la felicidad suprema' / 'El ministeri de la felicitat suprema' (Anagrama), regresa con un friso abigarrado y coral similar a la que la convirtió de la noche a la mañana en una celebridad pública. Su protagonista es Anyum, una mujer transgénero que nació con ambos sexos, un rico personaje que le permite a la autora atravesar diversas fronteras en un país como India marcado por las diferencias sociales y la estricta sociedad de castas. De hecho, la novela está dedicada a los Desconsolados, es decir, a los excluidos y los perseguidos, los intocables, que integrados en el entramado de la novela forman un colorista mosaico.

En el CCCB

Roy visita Barcelona este martes para participar en el CCCB en un ciclo de diálogos que, sin voluntad historicista, aprovecha el centenario de la Revolución Rusa para hablar de nuestra idea contemporánea de rebelión política. “No estaba preparado”, advierte con cierta ironía Vicenç Villatoro, director del centro, por si alguien intenta relacionar los debates con la actualidad catalana cuando el eco de las cargas policiales contra el referéndum todavía no se ha apagado.

"Mi novela 'El ministerio de la felicidad suprema' no es un manifiesto pero no tiene miedo de ser política"

Arundhati Roy

Para Roy, una mujer menuda de ojos intensísimos, tanto en su literatura como en la vida lo privado siempre es político, por eso no parece temerle a mostrar su compromiso en su actividad más artística. "Esta novela no es un manifiesto pero no tiene miedo a ser política", explica. De ahí que no le preocupe haber estado fuera de la órbita de la ficción durante todos estos años -no confiesa ningún miedo a la página en blanco- porque los ensayos empujan con urgencia y la ficción intenta captar la realidad con detenimiento y una mayor complejidad. "Creo que una novela es capaz de expresar una verdad de la que no te hablan los informes, incluso aquellos que detallan el número de muertos o las torturas". 

Cachemira

Explica que buena parte de su novela ocurre en la Cachemira, a la que la India no reconoce como nación desde 1947, con 500.000 soldados ocupando el territorio. "La ficción crea un universo y explica mucho mejor los matices de las cosas. En mi novela, por ejemplo, se muestra a un oficial militar que se encarga de recompensar a los soldados en función de la cantidad de personas a las que matan y es tan atroz lo que hace que te aterroriza igual cuando le hace un regalo a alguien que cuando señala a su futura víctima".

"Yo no quería ser una intérprete de lo que ocurría entre Oriente y Occidente"

Arundhati Roy 

Convertirse en una estrella literaria internacional hizo de ella una pieza cotizada para su país, que con la llegada al poder del Partido Popular Indio, que la autora define como extrema-derecha, quiso convertirla en el rostro de un nuevo liberalismo que se ufana de contar con la bomba atómica. Roy se negó en redondo a cumplir ese papel y utilizó su fama internacional para alzar su voz más solidaria con las causas sociales, lo que generó no poca rabia en el establishment. "Yo no quería ser una interprete entre lo que ocurría entre Oriente y Occidente. Lo que quería era vivir intensamente lo que pasaba en mi país y eso es exactamente lo que he estado haciendo".

Escudo humano

No quiere hablar de lo que no conoce a fondo y por eso rehuye hacer declaraciones sobre las tensiones entre Catalunya y España, así que se centra en lo que sí conoce y por lo que se ha comprometido durante años, el conflicto de la Cachemira musulmana que se inicia  en 1947, en paralelo a la independencia india, y que ostenta el dudoso honor de contar desde 1990 con la mayor ocupación militar del mundo.

Cuenta, entre otras, una historia terrible que, al final, acaba salpicándole. "Un soldado ató a un joven independentista en el capó de su jeep utilizándolo como escudo humano y se paseó por las calles durante cinco horas. Al gobierno le pareció una idea tan buena que acabaron condecorándolo". En un debate posterior, un famoso actor de Bollywood que además es miembro del parlamento sugirió con total impunidad que una buena alternativa a aquella barbaridad era colocar a la propia Arundhati Roy en el vehículo. El nivel de crueldad en este caso, señala la escritora, es moderado porque "lo habitual en Cachemira es que el ejército se dedique más a las  masacres".