CRÍTICA CINE
'Madre!': Estrambótica, epatante, sugerente
No se le puede reprochar a Darren Arofnosky que sea fiel a su estilo exagerado pero único
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
Esperar sutileza o finura de alguien que ha realizado filmes como 'Réquiem por un sueño', 'Cisne negro', 'Noé' o, sobre todo, 'La fuente de la vida', cumbre del rococó-fantástico en el cine contemporáneo, es tan absurdo como desmadejar las extrañas historias que cuenta. Darren Aronofsky tiene un estilo definido, guste o no. Y es fiel a él, lo que debemos respetar. Así que sorprenderse frente a una película aún más desmadrada que las más desmadradas de Brian De Palma y Dario Argento, tanto en temática como en concepción escénica, es como esperar de Luis Buñuel que hubiera hecho algo parecido a Casablanca o que Ingmar Bergman fuera el rey de la comedia.
'Madre!' está en la línea de siempre. Puede cuestionarse lo estrambótico de su trama y lo desordenado de su itinerario dramático, sus giros epatantes y muchas otras cosas, pero no su puesta en escena fundamentada en la captura de los rostros en primer plano y el trabajo apabullante con el sonido. Puede molestar como trata al personaje femenino por mucho que de ese rodaje surgiera la relación sentimental entre el director y la actriz Jennifer Lawrence, pero hay que reconocer también que Javier Bardem compone una figura muy inquietante, que Michelle Pfeiffer vuelve a sus mejores tiempos con sus expresiones perversas y que Ed Harris le otorga preciada dimensión a un personaje no muy bien escrito en el guion.
La cámara sigue a Lawrence, generalmente en primerísimos primeros planos, por los espacios de la mansión en la que vive con Bardem, un escritor en crisis creativa. En el uso de ese espacio interior reside otro de los buenos atributos del filme. Aún más en el exterior de la mansión: un inmenso paraje rodeado de hierba que parece no pertenecer a ningún lugar, una casa al gusto de Edward Hopper aún más aislada que en los lienzos del pintor.
El sonido juega sus bazas, importantes, sobre todo cuando la casa parece rebelarse, las cañerías se rompen, la madera del suelo supura sangre y los golpes a un lado y otro de la casa retumban en cada primer plano de Lawrence superada por las circunstancias. Quizá haya un significado concreto detrás de esta historia de hordas invasivas en un espacio doméstico. Quizá sea una reflexión sobre el papel de la mujer humillada en una sociedad esencialmente machista. Algunas cosas van a escapársenos, seguro. Queda la exageración, pero también una forma única de contar. Por estridente que sea.
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