CRÍTICA DE CINE

'Bye bye Germany': David contra Goliat

Sam Garbarski se acerca con humor al Holocausto, pero su propuesta se acaba quedando un poco en tierra de nadie

Quim Casas

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No es casual que el protagonista de 'Bye bye Germany' se llame David, porque está es la lucha de un David contra un gigantesco Goliat, la de unos supervivientes del Holocausto contra la Alemania deshecha y contradictoria al finalizar la segunda guerra mundial. Hay también mucho de culpa y expiación en esta película atrevida pero que se queda un poco en tierra de nadie.

Es atrevido reírse de algunas de las grandes tragedias de la historia, sea el Holocausto o el terrorismo. Pocas veces es admitido y asumido. Costó mucho hacer comedia con los campos de exterminio. Son heridas demasiado recientes, la mayoría sin cerrar. Y causan revuelo. Pero el planteamiento de esta producción alemana suaviza rápido los posibles efectos.

Estos supervivientes quieren reunir el dinero suficiente con el que dejar Alemania en busca de la Tierra de promisión de siempre, los Estados Unidos. Para ello juegan con el sentimiento de culpa de la población alemana y crean un estrambótico negocio de ropa de cama. La gente la compra, y la compra bien. Así purgan unos haber cerrado los ojos ante el exterminio. Así ganan otros el dinero con el que desaparecer del país que los destrozó.

El filme dirigido por Sam Garbarski, autor de títulos interesantes como 'Irina Palm' y 'Barrio lejano', juega a la comedia costumbrista, el drama directo, algo de intriga y bascula constantemente entre la amargura, el humor demasiado fácil y un aire conmovedor.