CRÓNICA

Flequillos eternos en Altaveu

Flamin' Groovies desplegaron sus hitos power-pop en el festival de Sant Boi, que acogió sustanciosos pases de Marco Mezquida y Mariola Membrives

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Jordi Bianciotto / Sant Boi de Llobregat

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Cuando, en el tránsito de los años 60 a los 70, las canciones se hicieron más largas y el rock, más complejo y también más pretencioso, los Flamin’ Groovies se agarraron fuerte a sus guitarras conjurándose para rendir honores al vigoroso estribillo pop. Fraseos esbeltos aliados con distorsión sonora, según una receta atenta a los logros del período 1964-66. Y ahí siguen, para alegría de fans como los que este sábado llenaron a rebosar el recinto de Can Massallera, de Sant Boi.

Vista la amenaza de lluvia (al final no consumada), la organización del Altaveu tuvo a bien desplazar a esa sala los conciertos programados en la plaza del Ajuntament, con lo cual la banda de San Francisco vivió su baño popular en formato de club, 30 años después, que se dice pronto, de su paso por la Recta del Estadi en la Mercè de 1987 (la edición de Chuck Berry). Pocas cosas han cambiado en la esencia del grupo desde entonces: a la derecha, el flequillo andante de Chris Wilson, con una voz tirando a ronca, aliándose a veces con la del ‘groovie’ pionero, Cyril Jordan, situado en el centro y luciendo, al menos de lejos, un aspecto juvenil a los 69 (aparatoso bisoñé de por medio, hay que decir); ambos al servicio de un repertorio con pocas variaciones de una gira a otra. Sección rítmica renovada: el batería respondía por Tony Sales y es hijo del Tony Sales que en los 70 tocó con Iggy Pop y que en los 80 compartió filas con David Bowie en Tin Machine.

Homenaje a Chuck Berry

Abrieron con su versión de 'Down, down, down', de Dave Edmunds, a toda castaña, y de ahí a un 'You tore me down' con sus armonías vocales a flote, la aguerrida 'Yes I am', el asalto de 'I want you bad', de NRBQ… Rindieron homenaje al malogrado Chuck Berry con la rocanrolera 'Don't you lie to me' y siguieron combinando estribillos muy 'sixties' (como el de 'Hungry') con breves solos de Jordan y, en el punto más álgido, el clásico 'Shake some action' y el 'tour de force' proto-punk de 'Slow death', con su mensaje antidrogas. La principal novedad respecto a cualquier otra gira del grupo realizada en las dos últimas décadas fue que tienen disco con material de estreno, 'Fantastic plastic', recién publicado y del que mostraron una apreciable canción, 'What the hell's goin' on'. Sesión de 'revival' razonablemente vivificante pues, y con señales de actividad creativa.

Y si Can Massallera se tambaleó a golpe de power-pop de primera hornada, en el escenario de Cal Ninyo pudimos caer en las redes de sendas propuestas de otros signos. Primero, con la música de otra dimensión desplegada por Marco Mezquida, más allá del mismo jazz y de Maurice Ravel, inspirador de un repertorio de vuelo libre que el pianista menorquín inventó nota a nota en torrencial alianza con el violonchelo de Martín Meléndez y la batería de Aleix Tobias. Y luego, con Mariola Membrives, un voz flamenca emergente y espectacular, asistida por gigantes como Raynald Colom, Horacio Fumero y Guillermo McGill en un librepensante recorrido por la poética de 'Omega', de Enrique Morente y Lagartija Nick. Hay que seguir sus pasos.