CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'It': Mil terrores y un payaso asesino

Andy Muschietti consigue una aventura juvenil excitante y conmovedora que no solo da miedo sino que resulta genuinamente perturbadora

Nando Salvà

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Lo que hace de 'It' una de las novelas esenciales de Stephen King no es tanto que hable de un payaso asesino llamado Pennywise, que también, como que explora a conciencia las ansiedades universales consustanciales a la pubertad. Es lógico, pues, que aquí el director Andy Muschietti no se centre solo en el villano de la cara pintada sino en el tormento que para los niños protagonistas encarnan otros niños, padres abusivos, hormonas desatadas y hermanos fallecidos. Son esos traumas lo que allana el terreno para la llegada de Pennywise, aunque por otra parte Muschietti rechace considerarla una mera representación física de aquellos.

'It' es destacable por varias razones: es una aventura juvenil excitante y conmovedora, que se toma su tiempo dotando a sus personajes de carne y de hueso y que no solo da miedo sino que resulta genuinamente perturbadora, al tiempo que va amplificando la tensión hasta su espectacular final (cuya aparatosidad, es cierto, no casa con la modestia del resto de la película). Muschietti en todo caso mantiene el tono sorprendentemente ligero y travieso, filtrando la depravación alojada en los rincones más oscuros de la película a través de la mentalidad de los chavales que la experimentan, cuyas dinámicas de grupo evocan las de los Goonies o de los héroes de 'Stranger Things'.

Cierto que 'It' carece de la complejidad temática necesaria para unirse a títulos como 'Carrie' y 'El resplandor' en el panteón de las pocas adaptaciones mayúsculas de la obra de King. No es el tipo de película capaz de provocar incontables noches sin dormir (excepto, quizás, para quienes realmente tengan miedo de los payasos). Pero captura con asombrosa precisión la combinación de arrogancia, ternura e inocencia propia de la adolescencia, y conmueve como retrato de un grupo de muchachos dispuestos a hacer cuanto sea necesario para tomar el control de su propio destino.