ENTREVISTA

Jordi Puntí: "He evolucionado hacia el sentimentalismo"

El escritor de Manlleu regresa a las librerías con un libro de cuentos, 'Això no és Amèrica'

Jordi Punti

Jordi Punti / periodico

Ernest Alós / Barcelona

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Tras una pausa de seis años, regresa Jordi Puntí (Manlleu, 1967) a las librerías con un libro de cuentos, ‘Això no és Amèrica’ (Empúries / Anagrama). De 17 relatos que tenía en el cajón, la mayoría nacidos de encargos y entre los años 2000 y 2017, ha reescrito a fondo 9 de ellos con potencial para fraguar un libro de relatos coherente. Con nostálgicos que escriben letras caminando por Barcelona, cantantes venidos a menos embarcados en cruceros, un catalán que ha descubierto su don en Las Vegas (versión ampliada de un cuento de verano por entregas en EL PERIÓDICO), un autoestopista que espera a que le recoja aquella mujer que un día pasó con un Renault 5, un riñón que separa a dos hermanos, la fijación por la atractiva madre sueca de un amigo…

¿El de ‘Això no és Amèrica’ es una continuidad del Puntí de ‘Pell d’armadillo’ (1998) y ‘Animals tristos’ (2002)? Si he de buscar parecidos, hay una continuidad porque soy yo. Si he de buscar diferencias, la principal es, primero, que ahora es todo mucho más localizado. Los cuentos de ‘Animals tristos’ pasaban en todas partes y en ninguna voluntariamente, e incluso los nombres de los personajes a menudo eran nombres muy generales que pudiesen ser tanto de aquí como de Francia o de Italia. Antes, cuando hacía esa cosa más genérica, ponerlos en Ikea, que puede ser cualquier sitio, era por una voluntad de intentar llegar a cuanta más gente mejor. Quizá me daba un poco de miedo ser local porque no estaba convencido o seguro de mi papel en este mundo. Tampoco es que lo esté mucho ahora, pero lo encuentro todo mucho más natural. Me daba mucho miedo antes caer en el costumbrismo, poner personajes que pudiesen salir, por ejemplo, en una telenovela de TV3. En cambio, ahora, no me pasa. En estos 15 años nuestro mundo  ha cambiado, no es lo mismo la Barcelona del 2002 que la de ahora.

No hace falta que parezca que esto es América. Mi intención en mis anteriores libros era que pudiese parecer cualquier ciudad europea. Sí, llamalo cosmopolitismo si quieres.

“He ido abandonando el pesimismo. Yo creo que estos cuentos acaban mejor y tienen una mirada sobre la vida más plácida"ulo de la cita”

Autor de la cita

— Cargo del autor de la cita

El barrio de la parte alta del paseo de Sant Joan donde vivía aparece más de una vez. Si se fija empezamos por la plaza Joanic… En los cuentos más recientes es así, más claramente. Los cuatro más antiguos, del 2000 al 2007, los he reescrito para añadir eso que entonces no tenían. Hay otro cambio: he ido abandonando el pesimismo. Yo creo que estos cuentos acaban mejor en general, y que tienen una mirada sobre la vida más plácida. Pero quizá sea una impresión mía y el lector no la comparta.

Pero en los tres primeros cuentos, más recientes. aún tenemos a mujeres perdidas, que mueren o se desvanecen. En los tres siguientes, anteriores, parejas que más o menos se reencuentran. Estos son los más reescritos. ‘La mare del meu millor amic’ era un cuento mucho más pornográfico pero los sentimientos quedaban mucho más reprimidos. Ahora está reescrito para que haya una parte afectiva, un viaje del personaje para recuperar a su mujer. Los tres primeros… cuando yo pienso, los veos más positivos, más conformados.  También los he actualizado estilísticamente, he quitado cosas que me parecían ingenuidades, he quitado exceso de verborrea, pero me he dado cuenta de que en realidad la esencial del cuento no la puedes tocar

Este seguir la senda de de la escuela del cuento norteamericano era muy de la producción cuentística catalana del 80, 90, 2000… Sí. Iré un poco más allá. Es la presencia del cuento norteamericano, que es fuerte para todos y para mí también, y después es la influencia de Quim Monzó, que cuando escribía cuentos, hace años, allí había una necesidad de reprimir o controlar los sentimientos de los personajes. Hacer una cosa desapasionada, muy poco visceral.  Un estilo muy calculado, poco sentimental. En cambio en mi caso ha habido una evolución hacia el sentimentalismo, y un flirteo que a veces es buscar el límite en que los sentimientos pasan a ser cursis y no llegar. En los cuentos de parejas que se separan, como en ‘Set dies en el vaixell de l’amor’.

“Otro elemento que comparten estos cuentos con 'Maletes perdudes' es el viaje, el movimiento como fuente de historias. Aunque sea un movimiento irreal, porque los personajes están encallados”

Este sentimentalismo y esta localización, aunque fuese múltiple, ya la teníamos en su novela, ‘Maletes perdudes’ (2010). Sí, claro. Este es uno de los temas. El otro elemento que comparten estos cuentos con ‘Maletes perdudes’ es el viaje, el movimiento como fuente de historias. Todos los protagonistas de estos cuentos son solitarios, a menudo son perdedores, y necesitan encontrar su lugar en el mundo, igual que los personajes de ‘Maletes perdudes’, por el movimiento. Un movimiento que no deja de ser un poco falso porque al mismo tiempo se quedan encallados: el que camina por el paseo de Sant Joan, en el pasado; el autoestopista, sube a los coches pero su vida es un bucle; el del crucero vuelve al origen. Es un movimiento irreal que lo que explica es cosas del personaje y de su parálisis para avanzar en la vida. 

También esta la música. Esto no es una antología de cuentos, es un libro de cuentos pensado para ser unitario desde el estilo hasta el concepto. Cuando los ordené me di cuenta de que hay varios hilos conductores. Esa galería de personajes solitarios. Y otro es la música. No solo porque en algún caso es esencial para entender la evolución de los personajes sino que también es atmosférica. Como las canciones de Sam Cortina, el músico del crucero, que están muy pensadas, desde el extremo cursi de tocar ‘Yesterday’ y llorar, o los chicos que escuchan una canción muy oscura de The Cure. La música funciona como las bandas sonoras, subrayando. Como el título, que es una canción de David Bowie. El ‘Això no és Amèrica’ también significa que esa es la tierra del presente pero esta, la tierra de los recuerdos, de la memoria, del pasado. Y también es una frase como el ‘Ceci n’est pas une pipe’. No es América pero quizá lo es. Y la portada es muy americana. Me gusta el juego, que el lector se pregunte en cada cuento, ¿por qué esto no es America?

“Esto no es una antología de cuentos, es un libro de cuentos pensado para ser unitario desde el estilo hasta el concepto”

¿En qué medida que los cuentos sean de encargo los condiciona? Los he descondicionado, ya no había necesidad de mantener las condiciones del encargo. Aunque hay veces que el encargo es una suerte, te centra y te hace escribir cosas que no querrías. Es un reto atractivo y al mismo tiempo una constricción. Ahora, cuando lo repasas, lo que es superfluo lo puedes quitar con toda tranquilidad y lo que te gustaba, lo remarcas.

Hablando de Sam Cortina, el ‘crooner’ con pasado en los casinos de Las Vegas. ¿Algo que ver con sus incursiones en el mundo de Xavier Cugat? No, que yo recuerde. Es anterior. Este cuento nace de haber ido a ver una actuación de Burt Bacharach en Atlantic City, tocando ‘medleys’ con un público muy mayor.

¿Y su proyecto Cugat cómo lo lleva? Voy escribiendo, voy avanzando… ‘Això és Amèrica’ es un intento de reemprender el contacto con los lectores para no dejar pasar más tiempo desde el último libro del 2011. La parte de investigación del ‘Cugat’ ya está acabada y ahora es escritura y reescritura de cosas que hice en la primera versión.

¿Cuántos años lleva? De escribir de verdad, desde el 2013, 2014. Aunque el año en que estuve en la Biblioteca Pública de Nueva York me ponía cada día a buscar material sobre personajes que conocieron a Cugat, aunque quizá no salgan en la novela, y me olvidaba de escribir.

¿Tenía que ser biografía y después gira hacia la novela? No, siempre nació con la voluntad de escribir una novela a partir de la vida de Xavier Cugat. Uno de mis referentes era la novela que Colum McCann hizo sobre Nureyev, ‘Dancer’. A partir de un momento comprendí que Cugat se inventaba muchas cosas de su propia vida, incluso su primera mujer. La mentira y la presencia de la ficción en su vida hacen difícil hacer ficción de la ficción.

¿Y cuándo acabará? Quizá dos años.

Prisa, prisa, no tiene, publicar. No. Pero no me gustaría hacer una virtud de ello porque no lo es. Me gustaría publicar más y ser más rápido, pero va como va. Si no me tuviese que ganar la vida iría más deprisa. Pero es así.

Quizá una anomalía de la literatura catalana, al menos en términos de mercado, era el éxito de los libros de cuentos, que han llegado a ser números 1 en venta. Pero creo que no sucede desde el ‘Si menges una llimona…’ de Sergi Pàmies. ¿Por qué? El cuento en catalán tiene una larga tradición, los lectores están acostumbrados a leer cuentos, y por lo tanto hay una anormalidad. ¿Qué puede haber cambiado? Quizá el mercado. Continúa habiendo cuentistas del mismo nivel pero no funcionan con la potencia que tenían Monzó y Pàmies. Yo veo una confluencia de varios hechos. Quaderns Crema era una editorial asociada al cuento y ahora publica mucho menos. Ejemplos recientes, como Joan Todó, Marta Orriols, Mar Bosch, Jordi Nopca, Miquel Adam, Yannick García, quizá necesitan un recorrido más largo. Pero también la diversificación editorial ha provocado un cierto ‘cofoisme’, los pequeños editores ya consideran un éxito vender mil ejemplares.

“El último capítulo de 'Els castellans' (2011) de alguna manera explica lo que estamos viviendo ahora. Hay más comprensión pero también tópicos que no cambiarán, porque forman parte del miedo pequeñoburgués catalán”

O quizá la apuesta ha pasado a ser novelas históricas o sentimentales comercialmente más ‘agradecidas’. O lo de traducir autores comerciales del castellano al catalán. No tiene ningún sentido que se traduzca a Dolores Redondo o Ruiz Zafón al catalán. Esos son ventas de autores en catalán que se pierden.

Me sorprende que el cuento para el libro de la Marató sobre los trasplantes , ‘Ronyó’, sea tan crudo. Cuando te hacen un encargo así no puedes decir que no pero el primero impulso es ir hacia la amabilidad, el buenismo. En este cuento me fui al otro extremo, para buscar un punto de conflicto.

‘Els castellans’ es del 2011. ¿Cómo lo ve desde la situación actual? Lo veo más válido que nunca. El último capítulo, un retrato de Manlleu en el 2001, en un barrio en el que confluían inmigrantes españoles y marroquís, de alguna manera explica lo que estamos viviendo ahora. Hay una comprensión más grande pero también estigmas y tópicos que continúan repitiéndose y que no cambiarán,porque forma parte de la esencia del miedo pequeñoburgués catalán, yo en mi rincón y que no me lo toquen.