CRÍTICA DE CINE

'Los casos de Victoria': del desparpajo a la ternura

Una ingeniosa y sutil actualización de la 'srewball comedy' clásica

Quim Casas

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'Los casos de Victoria' toma las convenciones de la comedia romántica y las respeta, pero también ofrece una lectura poco ortodoxa de las mismas si contemplamos el género según el canon estadounidense. El filme es una 'screwball comedy' de los tiempos modernos, ubicada en la Francia actual en vez de los Estados Unidos durante la Gran Depresión.

Las relaciones, los afectos, los encontronazos, las situaciones cómicas, los momentos embarazosos, el fulgor amoroso y la idea de chica encuentra chico, chica pierde chico, chica recupera chico... Todo está bien presente, pero tratado de una manera extraordinariamente sutil, muy ingeniosa y divertida en líneas generales, pero con el inexcusable poso de amargura que también tenían las comedias clásicas con Katharine Hepburn, Cary Grant y Claudette Colbert.

La atracción va y viene, así como los casos a los que se enfrenta la protagonista –una mujer con poder pero al mismo tiempo frágil, perfecta representación de la heroína cinematográfica moderna– en calidad de abogada penalista. Tiene además dos hijas pequeñas, está en plena crisis sentimental y ve cómo su exmarido publica cosas de la intimidad de ambos en un blog. La ironía campa libre a sus anchas, tanto en las situaciones que se desarrollan en el caótico apartamento de Victoria como en las sesiones en el juzgado. El filme crece tanto cuando aflora la ternura como cuando domina el desparpajo.