PARA LA VENDIMIA DEL 2019

Un Pritzker para las bodegas Perelada

El edificio, el primer gran trabajo del estudio de Olot tras el Pritzker, es un ejercicio de sostenibilidad e integración en el paisaje

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Natàlia Farré / Barcelona

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"Siempre hemos dicho que un buen proyecto es la suma de un cliente que sabe lo que quiere y unos arquitectos que saben hacer un traje a medida que tenga el alma del cliente y el alma del arquitecto". Quien así se expresa es Rafael Aranda, el flamante Pritzker, o lo que es lo mismo, el considerado nobel de Arquitectura, de este año junto con Carme Pigem Ramon Vilalta, sus socios del estudio RCR. Y la frase viene a cuento de su nuevo, o viejo, depende de cómo se mire, proyecto tras el galardón: las nuevas bodegas Perelada. Un diseño que se gestó hace años, que la crisis dejó aparcado y que ahora ha puesto la primera piedra convirtiéndose así en el debut del estudio de arquitectura tras recibir la preciada distinción. De manera que Caves i Vins Perelada tendrán un edificio Pritzker.

El edificio, de 18.000 metros cuadrados, no tendrá fachada y sí una cubierta que simulará tierra labrada

Algo que no buscaban. La idea no era seguir la tendencia de los últimos años en el mundo vitivinícola: grandes construcciones firmadas por arquitectos estrella. Ahí están, por ejemplo, las coloristas y titánicas cavas que Frank Gehry diseñó para Marqués de Riscal  y las no menos espectaculares que Santiago Calatrava levantó para Ysios. "No queríamos un edificio icónico. Queríamos un edificio innovador, un edificio con personalidad, un edificio único, pero no queríamos un edificio que hiciera que las bodegas se conocieran más por el nombre del arquitecto que por el vino", explica Javier Suqué, presidente del grupo vitivinícola. Dicho esto añade: "Pero ahora que les han dado el Pritzker, nos hace mucha ilusión".

No hay peligro de descarrilamiento. El trabajo del estudio de Olot no se caracteriza por levantar construcciones agresivas, sino todo lo contrario: sus obras se integran en el entorno. Y así será en Perelada, donde, además, aprovecharán un edificio ya existente: La Granja, una edificación rural con aires palatinos proyectada en 1941 por Adolf Florensa. "Las nuevas bodegas respetarán el paisaje", afirma Aranda. ¿Cómo? "Poder dialogar con la pieza de Florensa nos gustó. Este asentamiento, que formará parte de las bodegas, se sitúa en una cota más alta que el solar a construir. El desnivel entre ambas zonas se plantea como un talud que conectará las dos cotas. De alguna manera el nuevo edificio lo que hará es completar este paisaje". Así, el inmueble por edificar no tendrá fachada y sí cubierta ondulada, simulando el sinuoso entorno, realizada con cantos rodados del color de la zona y que vista cenitalmente recordará a un campo labrado.

30 millones de euros de presupuesto

Así mismo, el aprovechamiento del desnivel permitirá dar respuesta a otro de los temas importantes, tanto para la bodega como para los arquitectos: la producción del vino. "Se hará a partir de la gravedad. La uva accederá desde la cota más alta y de una manera lógica continuará todo el proceso de manipulación", explica Aranda. No en vano, aquí el protagonista será el caldo y la tierra que lo produce: "Los espacios tendrán atmósfera: han de acercar a las persona a lo que consideramos que es el mundo del vino: la tierra", continúa el arquitecto. Y lo harán. Literalmente. Habrá tierra de las cinco fincas donde Perelada cultiva: "El Empordà no es todo igual. Los suelos son diferentes, hay laderas de pizarra, valles de arena, suelos de grava, sedimentos de origen fluvial...", puntualiza Suqué.

Es más, el propio edificio será de tierra del Empordà: el material de construcción, hormigón, llevará piedra de Peralada para coger el tono del terreno y la textura de las duelas de las barricas. Material de proximidad, como siempre utilizan en RCR Arquitectes. Eso, la integración en el paisaje, y el hecho de estar enraizados en el territorio, son dos de los motivos que llevaron a Perelada a escoger a los arquitectos de Olot. Hubo un tercero: "Su sensibilidad por la sostenibilidad. Algo muy importante para nosotros que aspiramos a ser la primera bodega europea con la certificación ambiental y energética LEED de Oro BD+C", sostiene Suqué. O lo que es lo mismo, los cimientos del edificio se utilizarán para producir energía geotérmica y se aprovechará toda el agua pluvial, entre otras muchas cosas.

La nueva bodega, más de 18.000 metros cuadrados y 30 millones de euros de presupuesto, estará en marcha para la vendimia del 2019 y no solo solucionará un problema de espacio y de potenciación del etnoturismo sino que, además, permitirá dar un salto cualitativo a los vinos de Perelada: "Queremos elaborar vinos mejores de los que ya estamos haciendo, subir un peldaño más", expone su presidente. Otro motivo para inclinarse por RCR: "Pensamos que cuando quieres hacer un buen vino todo debe estar bien alineado, incluso la buena arquitectura", concluye Suqué.

Las otras cavas

Las de Perelada no serán las primeras cavas, o sí, de RCR Arquitectes. <strong>En el 2003 levantaron la Bodega Bell-Lloc, de Palamós,</strong> para cuya construcción se aprovechó un camino, un camino que se convirtió en edificio. Fueron las primeras, sí. Y una de las piezas más celebradas del estudio de Olot. Pero llegaron después de que Aranda, Pigem y Vilalta se pusieran a trabajar en el diseño de las bodegas Perelada. Empezaron a darle vueltas al tema con Javier Suqué en el 2001, incluso viajaron a Somontano, La Rioja y Ribera del Duero, y el proyecto fue gestándose hasta que en el 2008 la crisis y la prudencia aconsejaron posponerlo. Hasta ahora que ya han empezado las prospecciones arqueológicas de la nueva construcción.