ESTRENOS DE LA SEMANA

'Emoji: la película', la caquita que triunfa

La peor película de animación de los últimos tiempos desafía las críticas y atrae al público infantil en su descarado culto al uso de las tecnologías digitales

Una imagen promocional de 'Emoji: la película'.

Una imagen promocional de 'Emoji: la película'.

Beatriz Martínez / Madrid

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En el primer puesto de la taquilla estadounidense se alza la última gran hazaña bélica de Christopher Nolan, 'Dunkerque', considerada por la crítica como una de las mejores películas del año y con una nota media en Rottentomatoes de 93 sobre 100. Pero pisándole los talones se encuentra el 'sleeper' del verano, ese estreno por el que nadie apostaba y que termina colándose por sorpresa dispuesto a convertirse en un éxito inesperado. Y ese puesto de honor le corresponde a la que ya se considera como la peor película de animación de los últimos tiempos, 'Emoji: la película', que actualmente alcanza en esa misma tabla de valoración la miserable cifra de 8 sobre 100.

A Sony le ha salido redonda la jugada. Ha invertido 50 millones en hacer la película, un tercio menos de lo que suele costar un filme de animación de estas características (algo que explicaría su aspecto descaradamente cutre) y en solo una semana ya han recuperado la mitad solo en EEUU. En realidad, parecían bastante seguros de lo que se traían entre manos, un cruce entre 'Zootrópolis' y 'Del revés' hecho con materiales de derribo, pero con el aliciente de contar con toda la fauna de iconos y símbolos que han revolucionado la comunicación en la era digital y que en poco tiempo se han convertido en lo más parecido que podemos tener en la actualidad a un lenguaje universal, que además es capaz de describir a través de una sola figura, un estado de ánimo.

No es de extrañar que algunos medios como el diario británico 'The Guardian' hayan caído en la tentación de utilizar el emoticono de la caquita sonriente para sintetizar el espíritu de la película.

Pero entonces, ¿a qué se debe el éxito de la película? Algunas voces apuntan al hecho de que los niños funcionan por instinto. Y ese reflejo automático se intensifica cuando conocen a los personajes de la película que van a ver, en este caso porque se encuentran integrados en su día a día a través de su relación directa con los dispositivos móviles. Esa teoría explicaría por qué los Minions alcanzaron su verdadero 'boom' cuando protagonizaron su primera película en solitario después de aparecer en las dos partes de 'Gru, mi villano favorito'. Otra posible razón sería la ausencia este verano de grandes títulos de animación, a excepción de las terceras entregas de 'Gru' y 'Cars' a principios de temporada.

Esta sequía les ha venido estupendamente bien a los Emoji y a su odisea a modo de 'app-aventura' que no esconde sus verdaderas intenciones, es decir, activar el consumo en los infantes de la tecnología para que jueguen al 'Candy Crush' y se comuniquen por Whattsapp. Cuanto antes, mejor. Por eso la película va directamente enfocada a ellos, a los más pequeños, para que entren lo más rápidamente posible en las nuevas reglas que impone la era digital y no se queden rezagados como marginados sociales dentro del nuevo orden establecido, es decir, el que impone que la diversión y las relaciones personales pasen ahora por la ventana y el teclado de un 'smartphone'.