CRÓNICA DE ÓPERA

La humillación de Wozzeck llega a Salzburgo

Matthias Goerne dibuja un Wozzeck perfectamente alucinado en esta producción dirigida por Vladimir Jurowski y William Kentridge

Matthias Goerne, en el 'Wozzeck' estrenado en Salzburgo.

Matthias Goerne, en el 'Wozzeck' estrenado en Salzburgo. / RUTZ WALZ

Rosa Massagué / Salzburgo

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‘Wozzeck’, de Alban Berg, es seguramente la ópera más influyente del siglo XX desde el punto de vista musical. Desde el de la historia que cuenta, la de la dureza y explotación de los pobres hasta su alienación, es un aviso que llega hasta el XXI, un aviso más perentorio si cabe con las dramáticas consecuencias de la crisis económica. El Festival de Salzburgo acaba de estrenar con éxito una nueva producción que reúne el talento musical del director Vladimir Jurowski al frente de la Filarmónica de Viena, el artístico de William Kentridge que firma la puesta en escena, y el interpretativo del barítono Matthias Goerne en el papel protagonista del antihéroe alucinado.

Karl Georg Büchner escribió en 1837 una obra teatral, que no acabó, sobe el caso real del derrumbe humano de un soldado de Leipzig, Woyzeck. Berg vio una representación de la obra en Viena, en 1914, poco antes de que estallara la primera guerra mundial. La obra le causó tal impacto que a la salida, según recogen las crónicas, dijo: “Alguien tiene que ponerle música”.

Este alguien fue él mismo. Empezó a componer la ópera al poco de ser movilizado en aquella guerra aunque aceleró la composición a partir de 1917, cuando ya había tenido tiempo más que suficiente para ser testigo de cuán verdad era la miseria humana que describía Büchner y para haberla padecido en persona. En una carta a su mujer había escrito en 1918 que en el Wozzeck que dibujaba su ópera había un poco de él mismo después de haber pasado aquellos años de su vida a las órdenes de gente a las que odiaba, de haber estado encadenado, enfermo, preso, “en realidad, humillado”.

Este es el cogollo de la ópera, la humillación a la que un capitán autoritario e inhumano, un médico que aspira a ser inmortal mediante sus prácticas con cobayas como Wozzeck, y un militar vanidoso someten a gente como el protagonista, cargados de uso de razón, pero a quienes el peso de aquellas estructuras de poder consiguen que la pierdan.

Kentridge, Premio Princesa de Asturias de las Letras, ha sido en su vida testigo de cómo unos pocos (blancos y ricos) humillaban a unos muchos (negros y pobres) en su Sudáfrica natal. La lucha por la igualdad y la justicia ha estado siempre presente en su obra. Por ello ‘Wozzeck’ le va como anillo al dedo. Con sus dibujos y animaciones habituales con carboncillo construye un mundo alucinado en el que refleja los aspectos más grotescos que narra la ópera y lo hace incardinada en el tiempo bélico en el que fue compuesta.

Devastados por la guerra

Caras que son máscaras de gas, sillas, muletas que tanto cumplen su función en los humanos como en los caballos, todo ello en un escenario de varios niveles donde se representan las distintas escenas de la obra. Solo el escenario se hace único y tenebroso en el momento en que Wozzeck mata a Marie, la madre de su hijo, en un bosque junto a un estanque, devastados por la guerra, el mismo lugar en el que él se ahogará. Un elemento trágico de la obra es el hijo ilegítimo de la pareja al que Kentridge dota de mayor fatalidad al ser representarlo con un títere con una máscara de gas.  

Berg, alumno de Schonberg, escribió una partitura atonal con numerosas formas clásicas. Es una partitura que se entiende toda en su mezcla de consonancia y disonancia, que refleja la brutalidad de lo que había sido el inicio de siglo y anticipaba cuánto de terrible vendría después.

Jurowski creó una buena tensión orquestal que estallaba en los ‘fortes’. Matthias Goerne, que el próximo día 22 estará en la Schubertiada de Vilabertran, dibujó un Wozzeck perfectamente alucinado aunque en algunas ocasiones, sobre todo al inicio de frases, su voz se oyera poco. Asmik Grigorian, que cantará Tamara en ‘Demon’ en el Liceu, es Marie. Completan el reparto Mauro Peter (Andres), Gerhard Siegel (Capitán), John Daszak (Tambor mayor) y Jens Larsen (Doctor).

‘Wozzeck’ es una ópera desesperada y sin esperanza. El canto cruel de los niños al final de la obra diciéndole al hijo de Marie que su madre está muerta se acompaña aquí de la tremenda imagen de la marioneta cabalgando una muleta como si fuera un caballo de juguete.


Ópera vista el 8 de agosto.