DIRECTORES CON ENERGÍA

El 'top ten' del cine de acción

Los realizadores que mejor defienden hoy en día el sagrado arte del cine espectáculo

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Juan Manuel Freire / Barcelona

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En la semana del estreno de 'Atómica', de David Leitch, recordamos a los directores que mejor defienden hoy en día el sagrado arte de la acción. Un espectáculo menos caótico y más legible es posible. Ellos lo demuestran.

Kathryn Bigelow, músculo y periodismo

En una ristra ejemplar de títulos de los 80 y 90, esta directora demostró un conocimiento ejemplar del lenguaje de la acción. Su posible sentimiento y su necesaria visceralidad. 'Le llaman Bodhi' es un monumento de la acción moderna con cenit en una épica persecución a pie por las calles, casas y patios de Santa Mónica. Otra de sus mejores películas, 'Días extraños', elucubró sobre la acción en primera persona mucho antes que 'Hardcore Henry'.

Durante la última década, Bigelow ha buscado formas de participar en el diálogo político y social sin dejar de lado la acción virtuosa. Incluso en esta etapa docuficcional iniciada con 'En tierra hostil' (2008), la directora sigue sentando cátedra en ese aspecto: recordemos su recreación de la redada contra Osama Bin Laden de mayo del 2011 en 'La noche más oscura'. Acaba de estrenar 'Detroit', sobre los disturbios raciales de Detroit de 1967.


Jung Byung-gil, más es todo

El surcoreano Byung-gil viene declarando su amor a la acción de pura cepa desde el inicio de su carrera. Debutó con un documental sobre 'stuntmen' o dobles de riesgo de la industria fílmica de su país. Y en su primer largo de ficción, 'Confession of murder', sacudía una trama de asesino en serie y familias doloridas por la pérdida con escenas de acción 'over-the-top'. La mejor de ellas, una persecución automovilística a tres bandas tan delirante como fácil de seguir.

Su nueva película es 'La villana', saludada en Cannes como "la película de acción más loca del 2017" y título ya anunciado y muy apetecible del próximo festival de Sitges. La heroína titular está encarnada por Kim Ok-bin, revelada con la vampírica 'Thirst' de Park Chan-wook y, al parecer, una máquina de artes marciales coreanas como taekwondo y hapkido. Ansiedad por conocer esas, al parecer, salvajes escenas de muerte y destrucción.


Pou-soi Cheang, veterano en mutación

Después de una época buscando formas de epatar en títulos como 'Dog bite dog' y 'Shamo', este hongkonés firmó un par de películas de acción más accesibles para la productora del gran Johnnie To, Milkyway Image: grandes 'Accident' y 'Motorway', la segunda una defensa, con banda sonora french touch, de las tomas largas de acción.

Pero su obra maestra podría ser 'El despertar de los dragones (SPL2)', secuela prácticamente solo espiritual de 'Duelo de dragones'. Mano a mano, nunca mejor dicho, con el director de acción Li Chung-chi (líder del equipo de especialistas de Jackie Chan), Cheang sublimó el cine de acción hongkonés en una declaración de amor a las artes marciales y una exhibición de creatividad visual. Dándolo todo, tres actores/artistas marciales en la cima de su juego: los chinos Wu Jing y Max Zhang (premiado por su trabajo en 'The grandmaster') y el tailandés Tony Jaa.


Jaume Collet-Serra, algo más que artesano

Nacido en Barcelona hace 43 años, Collet-Serra lleva en Hollywood desde los 18 y ha conseguido, paso a paso y sin pretenciosidad extra, labrarse una reputación como gran director de cine de género de presupuesto medio. Lo suyo no es solo solvencia, sino también imaginación: en cada película suya hay latidos familiares, pero también rastros de un director divirtiéndose con su trabajo.

Primero asociado al terror, el 'thriller' neo-hitchcockiano 'Sin identidad' fue la primera de una serie de colaboraciones con el actor Liam Neeson, cada una mejor que la anterior: la muy pulp 'Non-stop (Sin escalas)' era una clase de cómo sacar provecho a un escenario limitado, y el wéstern urbano 'Una noche para sobrevivir' compensaba partes de montaje hiperactivo con secuencias de acción hábilmente orquestadas. Sea como sea, su cumbre es 'Infierno azul', ese juego de gato y ratón entre Blake Lively y un tiburón blanco.


Gareth Evans, con sus propias reglas

De origen galés, Evans fue fichado al principio de su carrera para filmar un documental sobre 'pencak silat', arte marcial indonesio en el que se pelea con todo el cuerpo, se puede imitar el movimiento de los animales y las armas están permitidas. Allí conoció al experto luchador Iko Uwais, con el que rodó 'Merantau' y, dos años después, un 'huis clos' de acción convertido en merecidísimo objeto de culto: 'The raid'.

Como trasladando a la acción el espíritu del Dogma 95, Evans se marcó imposiciones fructíferas: cada movimiento debía ser natural y tener lógica en el ambiente, no podía haber replays de grandes jugadas, no debía ralentizarse un solo golpe, a menos que fuera con intención narrativa... Además, predefinió cada plano en lugar de combinar impunemente un puñado de tomas en posproducción. La secuela del 2014 no era tan perfecta, pero al menos nos dio a aquella gran villana de los martillos de carpintero. 


Paul Greengrass, nervio y precisión

Cuando se habla de los cambios en el cine de acción de las dos últimas décadas, en el abuso de planos cortos y cámara agitada, habitualmente se señala hacia dos culpables: Michael Bay, que con películas como 'La roca' marcó un estilo espasmódico peligroso, y Paul Greengrass, incluso más influyente con el estilo visual 'vérité' de sus aportaciones a la saga Bourne.

Parece algo sencillo de hacer, pero pocos han logrado la mezcla de nervio y legibilidad de Greengrass, o cabría decir Greengrass y el montador Christopher Rouse. En particular en 'El mito de Bourne' y 'El ultimátum de Bourne' (Oscar al mejor montaje), este enfoque semidocumental de la acción sirvió escalofríos en serie. En la reciente 'Jason Bourne', por desgracia, Greengrass parece a veces un imitador de sí mismo. Pero todavía queda alguna que otra set piece para el recuerdo, como esa persecución en moto por las calles de Tenerife.


John Hyams, el hijo modélico 

John Hyams es hijo de Peter Hyams, el a menudo magistral director de acción detrás de joyas a reivindicar como 'Capricornio uno' y 'Atmósfera cero'. Es decir, queda claro de dónde le vienen ese gran estilo visual o su atención a la lógica espacial.

Tras rodar algunos episodios de 'Policías de Nueva York', Hyams Jr. llamó la atención con 'Soldado universal: Regeneración', en la que dejaba entrever influencias no tanto de su padre como de Carpenter, Coppola o Cronenberg. Acción oscura, nada kitsch, con tomas largas para crear la escalofriante sensación de que la pesadilla se está desarrollando en tiempo real. 'Soldado universal: El día del juicio final' era, si cabe, más atrevida y alucinógena: un poco como si Gaspar Noé rodara acción de bajo presupuesto.

Ahora prepara la película que podría desvelar realmente su talento al mundo: un 'remake' de 'Maniac cop' coproducido por Nicolas Winding Refn. 


Bong Joon-ho, fogonazos de genio

De acuerdo, no ha dirigido una sola película puramente de acción, pero es que el cine surcoreano no entiende de pureza en los géneros, sino sobre todo de hibridación. Si Bong Joon-ho aparece en esta lista es porque en sus películas suele haber escenas de acción deslumbrantes: coreografías del caos filmadas con una precisión disfrazada de creíble visceralidad.

Me refiero, por ejemplo, al primer asalto del monstruo de 'The host', recién arrancada la película y a plena luz del día. A eso se llama romper/superar las expectativas. O ese tiroteo en 'Rompenieves' entre Chris Evans y Vlad Ivanov mientras el tren pasa por una curva. O, en la más reciente 'Okja', esa increíble persecución a través de un centro comercial subterráneo, sofisticada combinación de la infografía con la imagen real. El día que este director opte por la acción pura, nadie más querrá probar a hacerla y se acabará esta modalidad.


David Leitch & Chad Stahelski, dos súper dos

Tras una larga temporada como especialistas-directores de segunda unidad, Stahelski y Leitch codirigieron (el segundo, sin acreditar, por reglas del Sindicato de Directores) 'John Wick', película de culto instantáneo que supuso una inyección de energía para el cine de acción y la carrera de Keanu Reeves. Combates cuerpo a cuerpo, tomas largas, musicalidad de la virulencia: fórmula magistral que Stahelski repitió, con dosis extra de delirio, en una secuela aún superior a la primera entrega.

Mientras tanto, Leitch se ocupaba de adaptar la novela gráfica 'La ciudad más fría' en 'Atómica', recién llegada a nuestras carteleras, mezcla nuclear de cine negro de espionaje y acción hiperbólica pero siempre física, dolorosa, con una Charlize Theron de leyenda.  El futuro pinta ocupado tanto para Leitch, ahora enfangado en la secuela de 'Deadpool', como Stahelski, quien debería reavivar la saga 'Los Inmortales'.


George Miller, furioso a los 70

Cuando superas los 70, muchos esperan de ti solo que no hagas ruido. Y te busques alguna afición tranquila. Pero el australiano George Miller prefirió rodar una de las películas de acción más complejas de la historia del cine, 'Mad max: Furia en la carretera', básicamente una persecución de dos horas con vehículos imposibles, tormentas de arena y locura generalizada.

Miller quería llevar al espectador a otra dimensión, a veces con técnicas discutibles (esa manipulación de la frecuencia de fotogramas), casi siempre mediante el caos bellamente controlado. No es lo que se espera de un director en la etapa final de su carrera. Y menos todavía de alguien como Miller, sin nada que demostrar a nadie. La primera y segunda partes de la saga ya eran películas importantes; en particular la segunda, que marcó un verdadero patrón para las distopías de ciencia ficción. Curiosidad por saber qué puede venir ahora.