ESTRENO DEL GREC
Fascinante mundo de cuento
James Thierrée maravilla con la melancolía arrebatadora de 'La grenouille avait raison'
José Carlos Sorribes
Periodista
José Carlos Sorribes / Barcelona
¿Clown? ¿Acróbata? ¿Mimo? ¿Músico? Todo eso e incluso más. Es James Thierrée y de quien ya habría que dejar de recordar que es nieto de Charles Chaplin. O no. Porque de Thierrée emana la magia de su abuelo, el gran Charlot. Si el arte se transmite a través de los genes, la prueba está en este artista formado en el circo y que explora campos expresivos más allá de la palabra. Dos días en el Lliure con triunfo apoteósico le convierten en el 'hit' del Grec 2017. Había tanta expectación el día del estreno por ver 'La grenouille avait raison', a partir de un cuento de los hermanos Grimm, que se reflejó en algo tan inusual como es la búsqueda de entradas a las puertas del teatro, casi propia de una reventa futbolera, o la masiva convocatoria de artistas de casa. De Paco Mir a Oriol Pla, por ejemplo, para quienes Thierrrée debe ser sin duda un faro.
A Thierrée hay que verlo una vez en la vida, por lo menos. Firma unos espectáculos que atrapan a través de atmósferas letárgicas, de melancolía arrebatadora, poética inabarcable y talento ilimitado. Él propone y el espectador imagina. En 'La grenouille avait raison' plantea un viaje a través de una maravilla de escenario, con sus cortinajes e ingenios mecánicos propios de 'los grandes inventos del TBO', que puede evocar por igual a Julio Verne a Tim Burton. Allí hay un piano que mueve sus teclas de forma autónoma y una pecera/ bañera rectangular donde alguien se zambulle, pesca no se sabé qué o hace un pis.
La multiplicación de los platos
Por ese espacio, coronado por un inquietante nenúfar mecánico, que sube y baja a golpes de energía lumínica, se mueven unos personajes de cuento. Dan vida a una historia letárgica cuyo significado queda en manos de la imaginación de cada espectador. Los cinco intérpretes, más una cantante, se limitan a desplegar un humor blanco, eterno, de clown, que hace reír a grandes y pequeños, como en el genial número de la multiplicación de los platos. También se mueven de forma espasmódica o vocea plan gamberrete y hablan en un idioma ininteligible pero del que se entiende todo.
Thierrée es la estrella del cuadro. Se mueve como un acróbata experto, practica ocurrentes juegos de manos imposibles (en un abanico de referencias que puede llegar a 'Piratas del Caribe'), se pelea con su flequillo rebelde y siempre deconstruye su cuerpo en movimientos que le acercan al hip-hop. Pero tiene cómplices enormes en las bailarinas Sonia Bel Hadj Brahim y Thi Mai Nguyen. O en los actores Samuel Dutertre y Hevé Lassince. Y para que nada falte la majestuosa voz de Ofélie Crispin pone el tono sagrado de 'La grenouille avait la raison', un fascinante viaje que nos devuelve a la magia de la infancia.
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