CRÍTICA DE CINE

'Tanna': el edén salvaje

El drama con voluntad documental de los australianos Dean y Butler conjuga la estricta ficción con la reflexión sobre una cultura y forma de vida muy distintas

QUIM CASAS

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En dramas ambientados en la Polinesia y realizados en el Hollywood clásico, como 'Ave del paraíso' (King Vidor, 1932) y 'Huracán sobre la isla' (John Ford, 1937), asistimos a historias de amor de corte shakesperiano enmarcadas en sulfurosas naturalezas y volcanes en erupción. Aunque 'Tanna' tiene voluntad documental (rodada en escenarios naturales y con actores no profesionales), hay ecos de aquellas películas exóticas de Hollywood: un volcán en el que se desarrollan escenas clave y violentas del relato y la relación amorosa entre dos miembros de un poblado de Vanuatu, en el Pacífico Sur, condenados a no poder estar juntos debido a las estrictas leyes de los clanes.

El filme de los australianos Bentley Dean Martin Butler baraja bien la premisa etnográfica y la de la estricta ficción, partiendo de hechos reales que pertenecen a la experiencia propia de los actores que los interpretan. Ese poso de verdad está bien conjugado con la reflexión sobre una cultura y forma de vida distinta, un poco como hizo Peter Weir en algunas de sus extraordinarias primeras películas en Australia, donde el carácter fantástico mezclaba con el estudio de los aborígenes y la forma en que los blancos los trataban.

En 'Tanna' no aparece el hombre blanco. El relato es contemplado al principio desde la perspectiva de un niño que también se niega a acatar las normas, como hará la pareja de enamorados, mientras se desarrolla un conflicto trivial, la visión del volcán tiñe de rojo el verde de la selva y el paraíso perdido no es tan edénico como la nostalgia por esas tierras maravillosas nos ha hecho siempre creer.