CRÍTICA DE CINE

'50 primaveras': pausas y momentos

La actriz Agnès Jaoui lleva el peso del relato en esta comedia sin estridencias de Blandine Lenoir sobre una mujer que a sus 50 años quiere volver a empezar

QUIM CASAS

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De la actuación a la dirección. Así son las trayectorias de las dos principales responsables de '50 primaveras', Blandine Lenoir, que empezó a trabajar como actriz en 1990 y debutó como directora una década después, y Agnès Jaoui, primero actriz (y notoria guionista de varios filmes de Alain Resnais), después directora (también desde 2000: 'Para todos los gustos' tuvo un notable éxito) y finalmente cantante.

No es de extrañar que la influencia de los trabajos tras la cámara o de escritura de Jaoui (generalmente con su marido, el también actor Jean-Pierre Bacri) esté bien presente en '50 primaveras', sobre todo en su tratamiento y mezcla de drama suave y comedia sin estridencias.

El tono parece imponerlo la actriz, aunque no participe ni en la dirección ni en el guión, ya que además se advierten rasgos de la propia experiencia trasladados a su personaje en la ficción. Y Lenoir, cuyo anterior largometraje, 'Zouzou' (2014), horadaba el mismo terreno tragicómico pero con una familia como protagonista, se siente reconfortada dejando que Jaoui lleve, firme, el peso del relato.

Su personaje ha alcanzado medio siglo de edad, al igual que la actriz. Tiempo de cambios, quizás, o de reflexiones sobre lo que se quiere seguir haciendo. Sobre todo cuando se entera de que va a ser abuela y reencuentra un antiguo amor de juventud. El tiempo vuela y la protagonista del filme quiere al menos retener una parte de él para volver a empezar. Un personaje y un desarrollo no especialmente originales. Lo mejor es su tratamiento, como si se tratara de un encadenado de momentos, mínimos o sobresalientes, en la vida de esta mujer.