OTROS ESCENARIOS POSIBLES

De vacaciones en El Prat

Concierto en la terraza del espacio cultural La Capsa.

Concierto en la terraza del espacio cultural La Capsa. / Robert Ramos

Nando Cruz / El Prat de Llobregat

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El Prat de Llobregat, cuna del grupo Decibelios y vivero de la primera escena de hip-hop de Catalunya, es también conocida en el mundo de la música por La Capsa, equipamiento municipal con una completísima sala de conciertos que es la envidia del Baix Llobregat, Barcelona y parte de España. Pero cuando llega el verano y el calor, no apetece mucho encerrarse en una sala a ver un concierto. Es más de agradecer que el grupo salga y toque al aire libre. Como decía El Niño Gusano: ‘No, ninguno de nosotros estamos hechos con frío”.

Estamos en la terraza de La Capsa y no hay ni una mesa o silla libres. Los camareros están desbordados sirviendo cervezas, bocadillos, refrescos y tapas. “Hace calor pero se está wai”, como decían Sólo Los Solo. Decenas de familias, parejas y grupos de amigos sonríen cada vez que sopla la brisa en este oasis en pleno polígono industrial a la vera del río Llobregat. Al fondo de la terraza hay un coqueto escenario decorado con bombillas. Son las diez y media y sale el 50% del grupo zaragozano Tachenko: Sebas Puente y Sergio Vinadé.

HIJOS ADOPTIVOS, YA

Tachenko ya han actuado cuatro veces en La Capsa. Y hay que sumar otra de Sebas Puente con La Costa Brava y las de Sergio Vinadé con El Niño Gusano. Mientras se gestiona la petición para declararlos hijos adoptivos, en 2014 La Capsa ya coordinó la filmación de un videoclip de la canción ‘Pon tu mente al sol’ de El Niño Gusano interpretada por decenas de estudiantes de música y vecinos de El Prat en varios rincones de la ciudad. Un videoclip lleno de amor.

Entre el público de esta noche hay algunos protagonistas de aquel rodaje. Y muchos bebés. Ona tiene 14 meses y esta aprendiendo a caminar frente al escenario. Sus padres viven en Rubí pero han recorrido 30 quilómetros porque la ocasión lo facilitaba. En verano, al aire libre y en acústico, la música en vivo vuelve a ser una actividad accesible para todos los públicos. En la terraza de La Capsa hay gente de todas las edades. De escasos meses y de 60 años.

Las voces claras y nobles de Puente y Vinadé ya entonan títulos de su  amplio y glorioso cancionero. Sergio pellizca las cuerdas de la guitarra y Sebas pasea los dedos por el teclado. Aunque la mayoría de gente se queda sentada, un pequeño grupo de 15 fans se ha situado a la derecha del escenario para poder cantar y bailar. Dos chicas lucen camisetas de La Costa Brava. En una mesa hay otro espectador con una del Primavera Sound. Un hombre ya mayor viste una de Black Sabbath. En la del camarero pone: ‘I wanna be a rock star’.

UNA CANCIÓN MUY BONITA

“Ahora tocaremos una canción muy bonita”, suelta Sergio. Si lo dijera cualquier otro sonaría fanfarrón, pero proviniendo de él es rigurosamente cierto, porque se trata de ‘Hacia el huracán’. Acto seguido repite lo mismo para presentar ‘Vámonos’. Otra verdad como un templo. Escuchar al aire libre una noche de julio “Hacia el huracán’ y ‘Vámonos’ te cura todos los males. Repito: escuchar al aire libre una noche de julio ‘Hacia el huracán’ y ‘Vámonos’ te cura todos los males. Es como el efecto mágico del abracadabra. Es mejor que ir a Lourdes.

Cuando tocan ‘No hay nieve en Saint Moritz’, un tipo con camiseta de Joy Division marca el ritmo golpeando con el mechero sobre la copa de cerveza. Una niña de ocho años le mira y sonríe. Un padre acerca a su hija en brazos al escenario. Se queda hipnotizada tres minutos; y el chupete, petrificado. Nadie, absolutamente nadie, se marcha de aquí. Un matrimonio en edad de jubilarse y pinta de conocer a Tachenko les atiende de pie. Hoy no tienen nada mejor que hacer que escuchar a uno de los mejores grupos de pop de todos los tiempos.

Hay que escuchar a Tachenko al aire libre al menos un verano a la vida

Hay que escuchar a Tachenko al aire libre al menos un verano en la vida. Es un regalo del destino. Más aún, si, como hoy, el concierto es gratis. El tibio volumen permite al público entablar breves conversaciones sin alzar la voz. Una pareja debate sobre el significado de ‘El tiempo de los Urales’. En ‘Suerte y relámpago’, Ona y la niña del chupete se cruzan frente al escenario e intentan bailar. Seis chicas al fondo de la terraza montan una tímida coreografía ondeando los brazos para que les haga caso el camarero. La reciente ‘Nuestra especialidad’ ya pone la piel de gallina. La vieja ‘Amable’ consigue que los más fans batan palmas aunque estén sentados en las mesas.

UN CONCIERTO CORTO

Va ser un concierto breve. Solo una hora. Pero faltan los premios gordos. Sebas canta ‘Lourdes’, de El Niño Gusano, no sin que antes Sergio recuerde que la primera entrevista importante a aquel grupo se hizo precisamente en El Prat y las fotos que la acompañaban, en una feria de atracciones que había instalada esos días. Después tocarán ‘Más madera’, otra cumbre tachenka. Su estribillo refulge con especial brillo esta noche de verano sin obligaciones: “Más madera / Yo firmo donde quieras / Hoy nadie nos espera / Eso está muy bien”. ¡Hasta el metro funciona toda la noche en la flamante estación de Les Moreres!

Hay que cumplir el ritual absurdo del bis, así que los músicos abandonan el escenario por una puerta trasera y vuelven al cabo de un minuto para tocar una sola canción más. Antes de irse definitivamente, un chaval de cuatro años se acercará corriendo hasta Vinadé y le chocará la mano. Chas.

Cuando acaba el concierto, un técnico de La Capsa les planta una mesa al lado del escenario para vender discos. Sebas y Sergio son un poco mantas como vendedores, pero al instante se les llena la mesa de gente. Todos quieren los discos firmados y la cosa se alarga casi 20 minutos. Sebas saca de la caja de cartón varios billetes de 20 euros y pone cara de multimillonario. Cuando ya lo han recogido todo, una chica vuelve y les suelta: “Oye, ¡que no os he pagado el disco!”. A lo que Sebas responde, mirando a Sergio: “Así nos va, así nos va”.

El concierto ha terminado, pero, a diferencia de lo que pasa en la mayoría de salas, el público sigue disfrutando de esta noche de julio sin moverse de la terraza. Es sábado, es verano. Estamos de vacaciones en El Prat de Llobregat.